EDUARDO HADJES PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Sí, queridos amigos, la primera noticia fue un video con el discurso completo y, al escucharlo, creí que estaba soñando. Ustedes ya deben haber comprendido que me estoy refiriendo a algo tan extraordinario, como fue el discurso del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en las Naciones Unidas.

Creo que nunca he recibido de tantas personas y portales, como se dio con el texto completo de la magistral intervención de una alta autoridad israelí, en un foro internacional. Es cierto que las noticias entregadas por nuestros portales nos revelan que Netanyahu habló ante una sala media vacía, pero, ¿acaso alguna vez en la historia, hemos visto que nuestros representantes israelíes intervengan en una asamblea repleta o semi llena?

Que en esta oportunidad haya estado solamente “medio vacía” ya es un adelanto, frente a “casi vacía” como estábamos acostumbrados. Que la delegación de Kuwait no abandonó el recinto, es en sí un triunfo no antes acontecido y, de inmediato, me viene una pregunta fundamental a mi mente: ¿Creen ustedes, mis queridos lectores, que alguno de los estadistas, o representantes de las delegaciones que abandonaron la sala, no han escuchado o leído el discurso completo, una o más veces?

Por fin, un dignatario israelí, manifiesta directamente ante todos los que estaban presentes y, principalmente a los que por su propia voluntad y fanatismo, abandonaron la sala, la verdad de lo que es en la actualidad, las Naciones Unidas y la totalidad de sus organismos dependientes.

El cinismo, la inmoralidad y el doble estándar, se ha transformado en el lamentable y triste espectáculo de cada reunión de la totalidad de estos organismos, mostrando una inoperancia tan extrema, que sin temor a exagerar, podemos decir que para lo único que sirve en la actualidad, es para gastar sumas multimillonarias de dinero, para pagar a una burocracia internacional, simplemente inoperante.

Año tras año, hemos visto cómo pareciera que su único propósito ha sido el condenar a Israel, con una impudicia tal, que si no lo estuviéramos viendo permanentemente y no lo hubiera desenmascarado tan valientemente el Primer Ministro de Israel, en plena Asamblea General, se podría pensar que estoy exagerando.

Las cifras entregadas por Netanyahu fueron elocuentes y, hasta donde tengo conocimiento, nadie se ha atrevido a desmentirlo, ya que su autenticidad es tal, que por más que se tratara de encontrar algún error, será una tarea destinada al fracaso.

De partida, la totalidad de los calificativos referidos a estos organismos, entregados por Netanyahu, cuentan con mi más absoluto respaldo. ¿Se habrá atrevido algún otro representante de esta asamblea a pronunciarlas directamente y en su propio recinto? Antes de respondernos, debemos recordar, para ser justos, que ninguna otra nación se ha visto jamás sometida en forma permanente y reiterada, a tal cúmulo de falsedades, injusticias e inmoralidades, lo que hace que sea improbable que otra nación haya necesitado manifestar tales acusaciones, sin que pueda ser desmentido o acusado de ser parcial en sus cargos.

Contundentes las estadísticas entregadas por el Primer Ministro, en cuanto a acusaciones y condenas en contra de Israel, referidas a las más variadas causas y temas. Todas ellas son de tal elocuencia, que creo ninguna persona honesta y en su sano juicio, podrá no avergonzarse ante la magnitud del fraude cometido por la ONU en contra de Israel.

Otra coso de suma importancia en el mensaje que comentamos y que reviste una importancia tal, que a corto plazo, podría significar un vuelco hasta ahora impensado en las relaciones árabe-israelíes, es lo referido a conversaciones entre éstos últimos y distintas naciones, tanto árabes como islámicas moderadas.

No me cabe duda alguna que si Netanyahu lo ha mencionado, es porque ellas deben estar en un punto muy avanzado, mucho más allá de lo que podamos imaginar. Hasta ahora, sólo se trataba de trascendidos cuya veracidad podría traernos profundas dudas. Luego de este discurso, creo que lo podemos mirar con más optimismo y, respirar satisfechos, viendo que la lógica empieza a vislumbrarse en el futuro israelí.

Si lo analizamos objetivamente, no sólo el peligro que representa para el mundo, la existencia del ISIS, debe unir a Israel con los países de la región, incluyendo África, ya que son muchos los países que sabemos que se están viendo beneficiados por la tecnología israelí, sin que éste ponga como condición, un cambio oficial en sus respectivos gobiernos, cuando de condenas a Israel se trata. Estas naciones saben por experiencia que, para recurrir a todo el cúmulo de adelantos y descubrimientos que a diario se van dando en Israel, no se necesitan requerimientos mayores que no sea el acudir a Israel. Que ahora se estén realizando conversaciones formales y conjuntas (Netanyahu anunció que a continuación de su intervención en la asamblea, tendría una reunión con dignatarios de 17 países africanos) abren expectativas que, sin lugar a dudas, serán muy provechosas y productivas para ambas partes, especialmente para un continente tan maltratado por el resto de las naciones, con el agravante de tener una población con niveles de pobreza increíble, pese a poseer riquezas incalculables, las cuales, hasta ahora, han ido en beneficio de naciones que lo único que han hecho, tanto a nivel público como privado, ha sido explotarlos y aprovecharse de ellos, lamentablemente, muchas veces, con la complicidad de los propios gobiernos africanos.

Si las expectativas que surgen de este discurso se concretan, sin lugar a dudas, el futuro de Israel se ve expectante, ya que el progreso y la mejoría en el estándar de vida de los habitantes de aquellos países que participen de esta nueva realidad, en cuanto a sus relaciones con Israel, cambiarán fundamentalmente, sin que sea necesario para ello, que la prensa mundial lo publique. Aún no hemos llegado a ese nivel, pero, es muy probable que luego podríamos estar leyendo y escuchando noticias positivas en la prensa mundial, a no mucho andar.

Qué satisfacción poder encontrar un tema que nos lleve a expectativas optimistas, en medio de la vorágine de sangre y destrucción generalizada, donde pareciera que lo único real, es la crueldad inimaginable de seres humanos, en contra de otros seres humanos.

David ben Jaim