El pasado 1 de febrero de 2017 se cumplieron 14 años de la explosión del transbordador espacial Columbia, en regreso de la misión STS-107 de 16 días en el espacio en la que murieron sus siete tripulantes, entre ellos el primer astronauta israelí de la historia, Ilan Ramon.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Para Ilan Ramon, un piloto de combate israelí, hijo de sobrevivientes del Holocausto y padre de cuatro hijos, ser el primer israelí en el espacio, no es una simple experiencia científica sino una misión moral, la de ser “un embajador que representa a todos los judíos y los israelíes”.

A pesar de no ser practicante, Ilan Ramon sorprendió pidiendo alimentos kosher para su estancia de 16 días en el espacio. La NASA le procura a continuación los platos preparados deshidratados por una compañía americana de catering aéreo kosher. Con este gesto simbólico, expresó su profundo respeto a la tradición judía.

Para él, este viaje al espacio es una valiosa oportunidad para construir un puente entre los israelíes religiosos y seculares. El siente que uno de los factores clave de la unidad judía permanece en el respeto de la tradición que nos acompañado desde hace milenios.

Por su gesto, Ramón significa muy enfáticamente que la Torá es una parte integral de la vida israelí.

“Tenemos que encontrar una manera de traer a los miembros de nuestro pueblo, para mostrar más paciencia y comprensión”, dijo Ramón. “Espero que el hecho de que yo coma kosher sea portador de un mensaje de buena voluntad en esta dirección”.

En su equipaje, Ilan Ramon también lleva consigo un Rollo de Torá en miniatura que un niño de Bergen-Belsen había recibido hace setenta años, el rabino de Amsterdam para su Bar Mitzvá con el fin, dijo, de demostrar “la capacidad del pueblo judío para sobrevivir a todas las situaciones, incluso en los períodos más terribles, y para pasar de los días más oscuros a días de esperanza y fe en el futuro”.

Ilan Ramon fue elegido para representar a Israel en la conquista del espacio por sus habilidades como piloto y sus estudios científicos. Participó como piloto de combate en la Guerra de Yom Kippur y el Líbano en 1982, donde sobrevivió a una colisión que lo expulsó de su avión. Es uno de los ocho pilotos israelíes que bombardearon el reactor nuclear iraquí en 1981.

En su papel como embajador, Ramón presta especial atención al Holocausto. Su madre pasó 18 meses en Auschwitz, y gran parte de su familia pereció.

A bordo de la lanzadera, Ramón lleva también una obra de arte del Museo de Yad Vashem: un dibujo en blanco y negro titulado “Paisaje lunar”. Creado por Petr Ginz, un joven de 14 años de Checoslovaquia exterminado en Auschwitz, representa a Petr mirando la Tierra desde la Luna.

Ramón hace un punto de honor de hablar con grupos de sobrevivientes del Holocausto. “Tienen una mirada llena de fuerza”, dijo. “Ellos traen a la vida, a través de mí, sus esperanzas destrozadas por el Holocausto. Ven que, a pesar de los horrores que hemos sufrido, seguimos avanzando”.

La misión de Ramón suscitó preguntas espirituales interesantes. Es imposible encender las velas de Shabat en el espacio, sin embargo, Ramón espera hacer Kidush con el jugo de uva en una bolsa (en un espacio desprovisto de gravedad, es imposible beber de un vaso). La pregunta es cuándo hacer Kidush. En tierra, el Shabat cae cada siete días. Pero yendo alrededor de la Tierra a 30.000 kilómetros por hora, Ramón presencia la salida del sol en cada uno de sus circunvoluciones, o sea cada 90 minutos. ¿Quiere esto decir que Ramón debe celebrar el Shabat cada siete horas?

Es durante una reunión con el rabino Zvi Konikov que Ilan encuentra las respuestas a sus preguntas espirituales. Un encuentro que el rabino Zvi Konikov ve como una lección espiritual extraordinaria y poderosa:

“Encontré a Ilan Ramon, por primera vez en una reunión casi clandestina en mi ciudad de Satellite Beach, Florida. Funcionarios de la NASA y los equipos de seguridad israelíes habían tomado medidas extraordinarias de seguridad para asegurar que nada iría mal. Hasta la ubicación se había mantenido en secreto hasta el día de nuestra entrevista.

Ilan se dirigió a los presidentes de las comunidades judías reunidos para la ocasión. Después de su discurso, se acercó a mí. Me dio un abrazo caluroso y me explicó su solicitud: “Rabino, necesito hablar contigo. Quiero respetar el Shabat durante mi estancia en el espacio, pero nadie me puede decir cómo!

Ilan era un judío extraordinario. A menudo me confesó que consideraba su viaje al espacio como una misión. “Voy a representar a todo el pueblo judío”, decía. Y como representante del pueblo judío, quería que hacerlo todo de la mejor manera posible desde el punto de vista del judaísmo incluyendo la observación de Shabat y comer sólo alimentos kosher.

“¿Alimentos kosher?” Los agentes de la NASA se habían encogido de hombros al oír la extraña petición del astronauta judío. Pero Ilan no era alguien que renunciara tan fácilmente y se encontró una solución. La NASA contactó a la compañía My own meals de Deerfield, Illinois, que fabrica raciones de alimentos certificados kosher para campistas en envases “térmicos”.

El Shabat también representaba un gran desafío. Un ciclo de día / noche en órbita tiene una duración de unos 90 minutos, lo que significa que una semana dura sólo diez horas y media de principio a fin! ¿Ilan debía respetar el Shabat una vez cada medio día?

A petición suya, presenté su caso a algunas de las más altas autoridades rabínicas del mundo, que estabñecieron que debía observar los horarios de Shabat de su lugar de despegue, Cabo Cañaveral.

El orgullo judío de Ilan y su decisión de practicar la Torá a miles de kilómetros de la Tierra causó una profunda impresión en nuestra comunidad como en los judíos del mundo entero.

Ilan había expresado su deseo de visitar nuestra Casa Jabad antes de su viaje al espacio, pero su apretada agenda no se lo permitió. Acordamos que a su regreso participaría en una recepción que organizaríamos en su honor. Nunca imaginamos que su misión espacial terminaría en circunstancias tan trágicas…

El Shabat por la mañana, iba a la sinagoga, acompañado de mi hija. A las 9:16, la hora prevista de entrada en la atmósfera, sus ojos estaban fijos en el reloj y esperaba que el boom supersónico que señalizara el paso del transbordador espacial. Pero los cielos permanecieron en silencio.

Llegamos a la sinagoga y comenzamos la oración. De repente, apareció un amigo de la estación de policía del distrito, diciendo que había habido un accidente y que habían muerto todos los miembros de la tripulación. Empezó a llegar gente a la Casa Jabad. Algunos depositaron flores al pie del panel electrónico que deseaba la tripulación un buen regreso. El Shabat pasó en una confusa mezcla de incredulidad y dolor.

Una semana después, el viernes por la mañana a las 9:16 exactas – la hora a la que debían tomar tierra – tuvo lugar una ceremonia breve pero conmovedora y se me pidió que compartiera algunos sentimientos. La tristeza era palpable en la atmósfera. En el nombre de Ilan y su familia, di gracias a los equipos de la NASA por sus esfuerzos y por mi parte hice mi mejor esfuerzo para consolarlos: “Ilan me dijo ‘Jerusalem, tenemos un problema!”, les dije. “Quería saber cómo observar el día de reposo cuando se tiene una puesta de sol cada 90 minutos y una nueva semana cada diez horas y media …” Les hablé de sus esfuerzos supremos por cumplir las mitzvot de su Creador en órbita.

“Ilan Ramón nos ha dado una gran lección: cualquiera que sea la velocidad a la que vamos, cualquiera que sea la importancia de lo que hacemos, tenemos que hacer una pausa y reflexionar sobre por qué estamos en la Tierra”.

Este, si lo desean, es el legado de Ilan Ramon.

Fuente: Le Monde Juif – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico