JACOBO WAPINSKY

Acaso en México la referencia a WikiLeaks más antigua sería La Malinche, quien divulgó información de las culturas locales a los españoles. Aunque hasta la fecha no le hemos otorgado perdón histórico, tal vez Malinalli Tenépatl combatió de esta manera los abusos de género que padeció al ser tratada como objeto y regalada a Hernán Cortés.

Desde la antigüedad, mitos y tradiciones nos relatan el descubrimiento de secretos que cambian el rumbo de la historia. El José bíblico sale de la cárcel en Egipto por descifrar el sueño del Faraón, Edipo se saca los ojos cuando descubre que ha matado a su padre Layo y se ha casado con su madre Yocasta, el Caballo de Troya termina la guerra del mismo nombre.

Hechos históricos son la cabalgata nocturna de Paul Revere anunciando a sus compatriotas la llegada de soldados británicos, o las reuniones secretas organizadas por doña Josefa Ortiz que culminaron en el Grito de Independencia.

Descubrir y guardar secretos ayuda a los individuos y a la especie a sobrevivir. Lo hace el cazador de animales, la que siembra y cosecha, el que intercambia pieles y comida. Desde el escriba en tabletas de barro al programador de Google: poder y saber son piloto y copiloto en el asiento de los triunfadores.

El secreto es información que aguarda a ser revelado para dejar de serlo. A su vez, divulgar información tiene ventajas para unos y desventajas para otros. Debe cuidarse la mariposa que aletea contenta por su baño de sol, el pájaro que chiripea por encontrar la mariposa y la lechuza que engulle al pájaro en campo abierto. Revelar demasiado equivale a no sobrevivir y a no evolucionar.

El affaire de WikiLeaks ha abierto una caja de Pandora en lo que a información se refiere. Ha provocado debate sobre las acciones de Julian Assange y sus colaboradores por difundir información restringida. Quienes le defienden apoyan el derecho a la información y su transmisión para evitar abusos del poder de los gobiernos; quienes le critican señalan la necesidad de secrecía para combatir otros poderes, como el terrorismo y el crimen organizado.

El Libro del Génesis describe el Paraíso y en su centro el Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, que Adán y Eva tienen prohibido tocar. Al trasgredir la prohibición son expulsados del Paraíso. La creencia popular es que el castigo divino es por desobedecer y pretender conocer, como el caso de Prometeo, robador del fuego de los dioses. Bajo esta línea de pensamiento Assange se agregaría a tan célebres personajes.

Sin embargo, la sanción a la primera pareja no tiene que ver con el Árbol del Conocimiento; es por no aceptar la responsabilidad de sus acciones y haber culpado a otros: Eva a la serpiente y Adán a Eva. La sabiduría del relato bíblico estriba en que comprende y acepta la característica de búsqueda de información inherente a todos los seres vivos, pero exige al Hombre responsabilidad en su uso, comprometerse a descubrirla o a ocultarla en función a un bien ulterior.

Aunque el juicio futuro requiere de perspectiva histórica que contemple las múltiples aristas de sus acciones, WikiLeaks tendrá consecuencias en México. La sociedad mexicana tiene las herramientas constitucionales, y por tanto legales, para exigir transparencia en las acciones del Gobierno. ¿Por qué entonces no hay adecuada rendición de cuentas?

Un gato débil no se atreverá a pisar la cola que asoma bajo la alfombra, pero si descubre su mayor tamaño atrapará a la rata por su cola. Información cibernética extraída desde las entrañas del Gobierno, de los sindicatos, de los monopolios mediáticos y partidos políticos sería fruta de mucho provecho para la curiosidad del gato y le animaría a perseguir a la rata.

Igualmente, sería un merecido tributo al primer WikiLeaks, el que expuso a Adán escondiéndose en el Jardín del Edén, desnudo y avergonzado.

El NORTE