Mi propuesta es inculcar en las escuelas de jóvenes judíos, como requisito indispensable, la realización de un programa de servicio social. La idea sería que estudiantes en el segundo o tercer año de preparatoria hagan, ya sea un intercambio escolar o actividades de acción comunitaria en pueblos de escasos recursos en la República. Lo ideal, que los estudiantes vayan a vivir a un pueblo o pequeña ciudad de la República Mexicana con familias mexicanas de escasos recursos por uno o dos meses, cuyo propósito sería la realización de servicio comunitario. Las actividades pueden ser varias; desde talleres de alfabetización a talleres ocupacionales, voluntariados en centros de rehabilitación, actividades culturales y deportivas, talleres de cómputo, construcción de casas, incluso ser mentores de jóvenes con su misma edad o menores y cualquier otra herramienta con la que puedan capacitar a jóvenes adultos para desarrollarse en el mundo de hoy. La edad de quienes realizan el servicio podría ser entre los quince y dieciocho años. Si realizar el servicio comunitario al que me refiero resulta ser demasiado complicado, también podría existir la opción de hacer un intercambio académico de seis meses, para estudiar esos seis meses en un pueblo de escasos recursos del interior de la República. El propósito principal de esta propuesta es que los alumnos pasen un tiempo viviendo fuera de sus casas, e inmersos en la vida que se vive en el resto de la República, así como la realidad del país que habitan, en sus aspectos tanto negativos como positivos. El experimentar un panorama más acertado de un mundo en el que pueden ser participantes activos, para el país que forma gran parte de su cultura, ofrece a los alumnos la oportunidad de ellos mismos replantear sus valores y hasta dónde quieren llegar.

Michelle Prum Chelminsky

DEL LIBRO “IDEAS JÓVENES” DE FUNDACIÓN METTA SAADE