“El término historia lo hace equivalente a cambio en el tiempo. En ese sentido se contrapone al concepto de filosofía, equivalente a esencia o permanencia”.

JOSÉ KAMINER TAUBER

Si por un instante pudiéramos imaginar un mapamundi, extendido ante nuestros ojos, que en su parte superior hay una banda en continuo movimiento donde los acontecimientos humanos van apareciendo, mientras que un cronometro certifica el pasar de los años y en el mapa se va visualizando la locación de los sucesos.

La historia como historia es una ciencia donde el conjunto de hechos realmente acontecidos en el pasado de la humanidad; aunque muy frecuente se entiendan como hechos históricos únicamente a los acontecimientos trascendentes, los que tienen un alcance lo suficientemente amplio como para ser útiles para la comprensión de hechos posteriores, o al menos los que son interpretados así desde la perspectiva del historiador que los destaca o considera dignos de recuerdo.  La selección de estos hechos es cuestión de debate, en uno u otro lugar, lo que determinará qué datos considerar, qué hechos relevantes son escogidos. La respuesta al  conjunto de hechos es la de ubicar a la luz del método científico, con  la información que podría ser un “Conjunto de pasos fijados de antemano por una disciplina con el fin de alcanzar conocimientos válidos mediante instrumentos confiables“.

Para entender la historia como ciencia, hay que analizar los conceptos de ciencia e historia. El término, ciencia, proveniente del latín scientia, (de scire, ‘conocer’), se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo. Por su parte, historia, proveniente del griego istorein, que quiere decir “hacer una investigación”, entendida como un acto humano, es tradicionalmente, en su sentido más amplio, es el estudio de la totalidad de los sucesos humanos acaecidos en el pasado, aunque una definición más realista la limitaría al pasado conocido mediante cualesquiera que sean las fuentes documentales. Sin embargo, no hay que olvidar, que existen líneas del conocimiento histórico, que defienden que la historia no es sólo el análisis del pasado humano, sino también del presente para predecir fenómenos futuros. Por lo tanto, la historia tiene mayor connotación científica, cuando este conocimiento tiene la capacidad de predecir.

A esto se le denomina “Ciencia Histórica”, que comprende un reconocimiento retrospectivo del pasado, una prospectiva del futuro, y una perspectiva del presente, resultado este último de la síntesis de los dos primeros. Pero sin duda alguna, el método científico histórico, base de la ciencia social, hace que esta disciplina sea catalogada de ciencia.

Para nosotros los judíos, la Biblia hebrea es un libro revelado, y la parte más sagrada la forman los cinco primeros libros, que llamamos Torá. En ellos aparecen una serie de relatos que comienzan con la creación del mundo y terminan en la época de Moisés. Parecen narraciones históricas, y, de hecho, forman la parte principal de lo que se ha denominado «historia sagrada». Gracias a ellos, puede entenderse una parte de la cultura judía y de nuestra  identidad. Los relatos muy bellos y conocidos, como el del diluvio, el de la torre de Babel, el de la huida de Egipto o la entrega a Moisés de las tablas con los diez mandamientos en el monte Sinaí.

La historia del judaísmo ha estado marcada por muchos sucesos históricos como la fundación del Estado de Israel, por las expulsiones que sufrieron en diversos estados europeos durante la Edad Media y la Edad Moderna, por guerras y genocidios como el Holocausto cometido por el nazismo y emigraciones a otros países más pacíficos.

Si me tomara como referencia como un ser humano cuya expectativa de vida no es mayor a los cien años, la permanencia en la banda cronométrica seria relativamente corta pero lo suficiente larga para compartir con otros judíos la parte vivencial de pertenecer a una religión.

Como miembro de un país y un de un mundo formaría parte activa o pasiva de la época que me tocó existir.

Los vínculos que tengo con la historia sucedida definen mi identidad y los vínculos con la historia que se sucede paralelamente con mi existencia marcan el rumbo de mi concepción de mundo.