ENRIQUE RIVERA

“Yo opino que Dios no estuvo en el Holocausto. Y si acaso estuvo, lo fue entre los perseguidos y no entre los perseguidores”, contestó rotundamente el Dr. Michael Berenbaum, autoridad en el estudio de la Shoá y, además, entre otras actividades, rabino.
La cita se dio en el Museo Memoria y Tolerancia, en donde funge como asesor. El lugar no podía ser más idóneo, si bien, para quien escribe, las imágenes y los sonidos eran un pasaporte abierto a recuerdos no vividos, a horrores pasados que dejaron una honda huella, como en muchos de nosotros y que de cuando en cuando, afloran.
Berenbaum no rehuyó ni una sola de las preguntas que yo iba cambiando a lo largo de la plática. Pensé abordar el tema del papel de la mujer en el Holocausto. Pero mi corta estancia en Israel y mi labor como director del Museo Histórico Judío y del Holocausto se impusieron. Debido al lugar y a la formidable presencia de mi interlocutor, aparecieron ante mis ojos algunos de los sobrevivientes de la Shoá o sus hijos, muchos de ellos con tienen la pregunta atascada en el entrecejo:
¿Dónde estaba Dios en la Shoa?
Berenbaum lo dijo claramente: “No estuvo. Él no es el responsable, porque dio la posibilidad de la libre elección al hombre y ahí explotó el Yetzer Haráa”. Iniciamos la plática frente al vagón de tren original importado de Aushwitz pero, al poco rato, cambiamos de escenario.
Algo de rabia así como el respeto y la reverencia por D-os me rasguñaban la garganta, cuando al fin pude preguntar: ¿Cómo seguir creyendo en D-os después del Holocausto? La voz de Berenbaum , amable, firme, pero baja, con un dejo de humildad, apenas la pude escuchar: “Bkoshi (con dificultad)”, con esperanza”.
La entrevista tomó su propio rumbo. El Dr. Michael me contó una anécdota y yo recordaba cómo es difícil poder explicar e ilustrar seis millones de judíos asesinados. Un día, le dije a un grupo en el Museo que tuve el honor de dirigir: Imagínense un Estadio Azteca lleno. Ahora traten de visualizarlo con todo ese público, 100 mil personas, muertos. Y ese estadio multiplíquenlo por 60 estadios similares: ahí están los 6 millones de judíos asesinados.
Sin embargo, cabe subrayar que el Museo Memoria y Tolerancia, en Av. Juárez, es un sitio sui generis, que no sólo trata la mayor tragedia del Pueblo Judío y de la Humanidad, sino que permite asomarnos al dolor de otros pueblos que también han sufrido persecuciones y genocidios. Cómo lo señaló el Dr. Berenbaum: “La Comunidad Judía de México puede sentirse muy orgullosa de este Museo”.

NO SE PIERDAN LA ENTREVISTA EXCLUSIVA DE MICHAEL BERENBAUM PRÓXIMAMENTE EN ENLACE JUDÍO.