CRÓNICAS BÁRBARAS

Por una de esas paradojas que crean los pueblos que respetan la historia de sus linajes, Muammar el Kadafi, uno de los mayores enemigos de Israel, podría ser ciudadano israelí y  tener derecho a refugiarse en este país.

Hasta es posible que los responsables del levantamiento faciliten su derrocamiento haciendo correr la idea, fácilmente creíble, sobre el origen étnico del dictador.

Se basa especialmente en declaraciones del Israel Today Magazine, que recordó la entrevista de dos israelíes judías de origen libio, abuela y nieta quienes aseguraron ser parientes lejanas de Kadafi. Guita Brown, la abuela, aseguró que es prima segunda de Kadafi porque su abuela materna y la del dictador eran hermanas y judías libias.

La abuela de Kadafi estaba casada con un judío que la maltrataba y del que se divorció. Supuestamente, se convirtió al islam para casarse con un musulmán, y ambos tuvieron una hija que fue la madre de Kadafi, el dictador que lleva en el poder desde 1969.

Llegados aquí, y para entender este retruécano, debe recordarse que la legitimidad judía se transmite de madre a hija, y que el cambio de religión no supone perder automáticamente el ser judía.

Como varón, el dictador no puede transferirle a sus hijos el mismo derecho, pero él puede ser legalmente judío para Israel, aunque ni los israelíes lo deseen, ni el él lo quiera.

Esta historia ha creado expectación en el país de los judíos porque su gran enemigo todavía puede considerarse hermano étnico suyo.

Y si él lo pide, debe ser acogido en virtud de la Ley del Retorno, por la que todo judío en la diáspora tiene derecho a vivir en Israel.

Por tanto, si huye y lo rechazan en cualquier parte del mundo, Kadafi puede pedir tener su hogar en Israel, lo que no deja de ser una posibilidad sorprendente.