MAY SAMRA EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

28 de febrero 2011

Señores, qué día; y que noche le siguió. Quienes acudimos a Tuxtla, en representación de la Comunidad Judía de México,  nos sentimos queridos y honrados. Pudimos comprobar el aprecio de Chiapas a nuestra Comunidad, así como el amor a Israel de más de 1500 personas, quienes acudieron al mayor evento en México de Conmemoración del Holocausto judío.

Cabe reconocerlo, se lo debemos a la iniciativa del Pastor Felipe García, líder de la Comunidad Evangélica Patmos y representante de la Embajada Cristiana de Jerusalem, así como a la generosidad y hospitalidad de la Municipalidad de Tuxtla.

Es así como, en la mañana de este día memorable, se nos permitió asistir a la sesión ordinaria del Ayuntamiento, donde, delante del cabildo en pleno, fuimos declarados Huéspedes Distinguidos de la Ciudad de Tuxtla, otorgándosele al Presidente de nuestro Comité Central  las llaves de la Ciudad.

A medio día, conocimos la sopa de chipilín, que nos pareció una versión maya del Matze Ball.

Por la noche, fuimos trasladados al Centro de Convenciones, afuera del cual una enorme lona mostraba el tema del evento de esta noche: Reflexiones en el Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas del Holocausto Nazi. Cuando entramos, la sala estaba completamente llena: más de 1500 personas habían acudido, con hijos y con padres, a mostrar su solidaridad con las víctimas del Holocausto.

Los vimos llorar con Paloma Sulkin , representante de Yad Vashem, la suerte de los niños destinados a morir en las fauces de los nazis; abrazar a Bedrich Steiner, sobreviviente de la Shoá, como se abraza a un hermano; escuchar el canto magistral del Pastor y el Yerushalaím Shel Zahav, entonado por su hija y magnificado por los acordes de los violines.

Y cantaron el himno nacional y Hatikva.

A pesar de formar parte de distintos grupos del Cristianismo Evangélico, todos estaban unidos por el amor a un Israel mítico, celestial, legendario, pero presente en el mapa desde hace sesenta y dos años.

Nunca la noche de Chiapas fue más dulce: nos llamaron pueblo privilegiado, nos dijeron hermanos. Nos revelaron que oran día y noche por el bienestar del Estado judío. Compartieron con nosotros su alegría porque Israel existe, su dolor porque está rodeado de enemigos y su esperanza de que logre, al fin, la paz anhelada.

Llenaron nuestros corazones de sonrisas y de amor por ellos. Y prometieron orar por nosotros y por nuestras familias.

Sus rostros iluminaron nuestro camino a casa. Y prometimos volver.

Gracias, Chiapas.