RICARDO RUIZ DE LA SERNA

El régimen establecido por la Revolución Islámica de Irán se ha ensañado con mujeres, homosexuales masculinos y femeninos, disidentes políticos y minorías étnicas, lingüísticas y religiosas.

Las activistas por los derechos de la mujer han sufrido penas de prisión, detenciones arbitrarias, torturas y acusaciones por parte del aparato del Estado. Las mujeres han estado en la vanguardia de la reacción contra el fraude en las últimas elecciones en Irán y han pagado un alto precio en víctimas de la represión.

Hace algunos días, la oficina de prensa de Naciones Unidas publicaba la siguiente nota de la que extraemos una cita. El columnista la reproduce con la advertencia de que el lector debe prepararse para las cosas más pavorosas:

El Consejo eligió a 11 nuevos miembros para cubrir el mismo número de vacantes en la Comisión de la Condición Jurídica de la Mujer para un mandato de cuatro años que comenzará en la primera reunión de la quincuagésima sexta sesión de la Comisión en 2011 y que expira al final de su quincuagésimo período de sesiones, en 2015. La República Democrática del Congo, Liberia y Zimbabue eran elegidos por el Grupo de Estados de África; Irán y Tailandia fueron elegidos por el Grupo de Estados de Asia; Estonia y Georgia fueron elegidos por el Grupo de Estados de Europa oriental; Jamaica fue elegida por el Grupo de América Latina y el Caribe; y Bélgica, los Países Bajos y España fueron elegidos por el Grupo de Europa Occidental y otros Estados.

Si usted ha llegado hasta aquí cuerdo y lúcido, habrá notado que, en efecto, Irán comparte, con los Países Bajos y Bélgica, la pertenencia a la Comisión Jurídica de la Mujer en las Naciones Unidas.

El caso de Neda Agha-Soltan —tiroteada el 20 de junio de 2009 cuando iba a manifestarse en la Plaza Azadi de Teherán- es uno de los casos que ilustra, junto a la pena de muerte por ser homosexual, el escrupuloso respeto del régimen teocrático de los ayatollahs por los derechos humanos de su propia población. Los órganos del Estado sólo se someten al control de las autoridades teocráticas y la apariencia democrática se desvanece cuando uno constata cómo los distintos clérigos, sus familias y sus redes clientelares controlan todos los resortes del poder.

Por eso, si Irán está velando por la condición jurídica de la mujer, las señoras pueden ir preparándose para lo que se les viene encima. Ahora bien, cabe preguntarse, ¿qué piensa hacer el Gobierno español en esa Comisión de la que también forma parte Irán?

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