JESSICA KREIMERMAN

CAPÍTULO I

Tú Contigo

OMPHALOS

Tienes un Lugar en este mundo.

Si existes, eres esencial para los procesos que están ocurriendo aquí en la Tierra. No permitas que nadie te haga creer que no vales nada, o que no significas nada dada la vastedad del Universo. Eres tan importante como la persona más importante y más popular y mejor remunerada del mundo. Pero tu existencia también es relativa. El Talmud dice que toda persona nace con dos notas en los bolsillos. En el primero, la nota dice: “polvo eres, y en polvo te convertirás,” y en el segundo, dice, “El mundo fue creado para ti,” y ambas afirmaciones son ciertas. Esa es la paradoja de la existencia, para que te des cuenta del lugar que tienes en el Mundo.

Si te inclinas hacia pensar que el mundo fue creado para ti y no comprendes el otro lado de la moneda, puedes danzar con la arrogancia, con la ceguera de la vanidad, con la ilusión de tu omnipotencia. La vida puede golpearte tarde o temprano con una dosis de humildad. Para balancearte.

Si piensas que eres insignificante, tienes el trabajo de enaltecer tu Ser, de darle su lugar. No estás por encima de nadie, pero tampoco por debajo de nadie. Mereces todo lo bueno. Si no entiendes eso, estarás aceptando o creando situaciones y personas tóxicas en tu vida. Aceptarás trabajos en los que te menosprecian, y relaciones en las que te maltratan, te quedarás en situaciones que te continuarán minando la autoestima, y en espacios de víctima que no corresponden con quien realmente eres.

No Hay Nada Más que Dios – Todo lo que ves en este mundo es Dios tomando forma de una u otra manera. Todo tiene conciencia, aún los objetos que parecen no tenerla. Los pensamientos son cosas. Las cosas tienen vida propia y se conectan a ti y a todos. En general no podemos percibir la interconexión de la misma manera que los peces viven en la mar pero no pueden separar el agua de su realidad. Vivimos en un vasto contenedor cósmico lleno de luz que nos conecta, pero porque tenemos cuerpos burdos, percibimos separación. Convivimos con seres que tienen cuerpos más sutiles y no los vemos pero tal vez los percibimos y a veces nos ayudan y a veces nos dificultan las cosas. Hay maneras de conectarse bondadosamente con el mundo sutil.

La Ley de Causa y Efecto – “Primero,” escribe Alejandro Jodorowsky en La Via del Tarot, “están las leyes misteriosas del universo, luego el ser humano, con su espíritu limitado; lo que no comprende, lo transforma en supersticiones, en religiones, en símbolos.” Tú no naces en blanco. No es accidente ni donde naciste, ni los padres y familia que tuviste, ni la estructura social ni el país donde aterrizaste, ni el dinero que tienes o no tienes en la bolsa, ni tus dones ni tus fallas son por azar. Nada de lo que sientes que te falta o sobra es accidente. No es la primera vez que estás aquí y probablemente no será la última. Si estás aquí es porque tienes pendientes. Ya fuiste todo: hombre y mujer, victima y tirana, rica y pobre, guapa y fea, blanca y negra, esclava y dueña. Las situaciones a las que te enfrentas en esta vida son resultado de la ley de causa y efecto, y lo que generes basado en tus decisiones presentes, generarán alguna causa y efecto. Esto no se trata de castigos, sino de consecuencias. Venimos a este plano a aprender el amor. Algunas vidas te parecerán más fáciles que la tuya y la tuya parecerá más fácil que otras. No estás en posibilidad de juzgar ni entender el viaje de nadie más, ni la intricada y entretejida red en la que nos encontramos en la aventura humana.

La Ley de la Atracción – Todo lo que llega a ti, tiene algo que ver contigo, con la frecuencia en la que te encuentres y los pensamientos que emanas. Atraes las cosas a las que les otorgas pensamientos y energía. Tus éxitos y tus logros, la gente que te rodea, los trabajos y los viajes a los que accedes, el poder de tu voluntad, tienen que ver con lo que mandas hacia afuera. En la tradición Pagana, hay dos reglas para vivir en paz: “Haz lo que quieras y no hagas daño a nadie” y “Lo que envías hacia fuera, te regresa en triplicado”. Si conociéramos y viviéramos estas dos reglas, no necesitaríamos leyes en el mundo de los humanos. Si yo supiera esto, y sé que al mandar una maldición o una mala acción, me regresan tres, ¿no estaría yo más consciente de enviar bendiciones mil? Piensa en lo que has estado recibiendo y reflexiona lo que has estado dando. En la medida que veas lo que está afuera como externo y ajeno a ti, más lejos estarás de encontrar las pistas para evolucionar conscientemente.

Si integras y vives estas primeras tres claves, lo demás es más fácil de llevar a cabo.