MILLY COHEN

Estamos en el año 2023. No, mejor en el 2015. Tampoco. Para qué irnos tan lejos? Estamos en abril del 2011. El panorama es el siguiente:

En las calles ya no hay murmullos, ni holas, ni gritos, sólo se escucha el tictic de los teclados y diferentes tonos de rings. Bueno, además del ruido que producen los accidentes automovilísticos, que se han vuelto una cotidianeidad.

Todas las cabezas de los hombres y mujeres van agachadas. No hay contacto visual. Sus manos están ocupadas.

Las fábricas de plumas, lápices y colores han cerrado. Los árboles ya no se talan pues nadie necesita las hojas de papel.

El esfuerzo, que antes se usaba para andar en bici, para correr con tus perros, o para escalar montañas, ahora sólo se usa para encender un switch y estar atento en que tus aparatos estén bien cargados.

Los niños ya no andan en los parques jugando, ni echando cascaritas en canchas de fútbol de tierra y cemento, para qué? Si lo pueden hacer desde la comodidad de sus casas en los estadios virtuales más modernos en donde incluso, cual su fueran dioses, pueden modificar el clima. WOW.

La comunicación ya no es verbal, ni oral ni corporal, sino electrónica.
Antes te dejabas de comunicar cuando estabas muy cansado. Ahora lo haces cuando la pila de tus aparatos se ha acabado. Qué maravilloso mundo pensarán algunos, tan moderno, tan digitalizado, tan inmediato y tan globalizado. Qué horrible la época antigua, de los abuelitos, donde los ipods, las blackberrys, las computadoras, el Internet y el PSP no existía.

Pero Paquito se despertó de su coma. Él no llevaba tanto tiempo dormido, hará unos pocos años apenas. Entonces salió al mundo, con la cabeza erguida, buscando hacer contacto visual con ojos que no encontraba, queriendo compartir una sonrisa con bocas que ya no hablaban. Caminó balanceando sus manos al compás de sus pasos, intentando estrechar manos que estaban muy ocupadas en teclear. Quiso escribir, aunque sólo fuera en restos de cajas de cartón y con trozos de carbón pero no encontró carteros que transportaran sus misivas. Usó sus palabras y no lo calló ni la noche, aunque eco no encontró en ningún otro ser humano. Y cuando se agotó, cuando sus fuerzas perdió, sus baterías recargó sólo con contemplar la luna o con sentir los rayos del sol sobre su frente.

Finalmente este es solamente un cuento, aún no estamos en abril del 2011 pero falta poco para llegar. No sería importante reflexionar sobre lo que querremos ser y tener para cuando arribe esa fecha? No debemos despertar nosotros antes que paquito despierte de su coma? O será que la tecnología nos mantiene en una coma de la cual no podremos despertar jamás? Podemos ser amigos de los equipos electrónicos y no olvidar ser amigos también de los humanos?

Este cuento no tiene ni un final feliz porque ni siquiera tiene un final… ese, lo iremos escribiendo cada uno de nosotros, no quisiéramos hacerlo a la antiguita, a lápiz y papel?

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