JORGE MARIRRODRIGA

Young San Me, el embajador de Corea del Sur en Israel, anunció hace unos días que el Talmud será estudiado en las escuelas primarias de su país. Naturalmente no como enseñanza religiosa ni en su totalidad, sino como parte del legado de la cultura universal al igual que, por ejemplo, se estudian fragmentos de autores clásicos o de filosofía. Hasta ahora lo hacían los colegios que querían, pero después de la decisión del ministerio de Educación surcoreano será obligatorio en el curriculum escolar. En un exceso de entusiasmo, Young ha justificado la medida asegurando que “los judíos son unos genios”. Y aunque un servidor comprende el peloteo que todo embajador profesa hacia al país donde está destinado, tampoco hay que pasarse. Pero lo cierto es que en Corea del Sur (48 millones de habitantes) el Talmud –y por extensión lo judío– no es un elemento extraño, sino que se considera, con buen criterio, parte del acervo cultural universal, que tiene que ser conocido aunque sea parcialmente por los estudiantes.

Todo lo contrario que en España donde de lo que se trata es de desterrar cualquier cosa relacionada con lo judío del ámbito educativo. Ahí tenemos a la Universidad Complutense de Madrid, la universidad de mayor tamaño de España, más conocida en los últimos años por sus altercados, polémicas y decisiones peregrinas que, por ejemplo, por ganar premios de investigación. Su dirección no ha permitido la celebración de la una conferencia sobre los 25 años del establecimiento de relaciones entre España e Israel alegando razones burocráticas que harían llorar de emoción a cualquier universidad de la época soviética.

En honor a la verdad, tal vez sea mejor que no se haya celebrado el acto porque en ocasiones anteriores representantes de la comunidad judía española han sido zarandeados, insultados y abucheados con la compresión paternal de los dirigentes de la universidad. Y lo más bochornoso de aquellos episodios fue el nivel de algunas preguntas a las que fueron sometidos: “¿Es usted judío?” “¿Es usted empresario?” (Menos mal que ningún genio dijo a continuación “¿Es usted un empresario judío?”). Luego hablamos de excelencia educativa.

De modo que mientras hay países, como Corea del Sur, donde se procura que la educación sea lomás abierta y universal posible (de ahí la palabra universidad), aquí tenemos unos dirigentes educativos que antes de acostarse besan la foto del camarada Stalin, quien como todo el mundo sabe era un destacado intelectual. Han convertido algunas facultades de la universidad (que se paga con nuestros impuestos) en la partida de la porra. Claro que a ellos les sale gratis. Lo van a pagar los alumnos verdaderamente interesados en formarse que luego verán como sus peticiones de trabajo son rechazadas en cuanto quien lea el curriculum llegue a la línea donde dice “formación académica”. Ya sucedió en el pasado con otras universidad españolas y ya está pasando con ésta.

israeltodos.blogspot.com

Título original : Por caridad, un poquito de Corea en Madrid