RABINO MARCELO RITTNER

Muchas veces afirmé que yo no creo que existan las coincidencias. Y esta semana, tuve la oportunidad de probarlo una vez más. Verán, este Shabat leemos de la Torá Parashat Metzorá que trata sobre enfermedades contagiosas de la piel, como la lepra.

Los rabinos, que utilizaban el juego de palabras como modelo para enseñar, nos enfatizan que la palabra metzorá, tiene un sonido similar a motzi shem rá, “el que difama”. De esta forma ellos denunciaban que la calumnia, el chisme malintencionado son iguales a una enfermedad tan grave y tan contagiosa como la lepra. Un calumniador es comparado con alguien que derrama sangre. Y enfatizan que lashon-ha-rá, mata a tres personas, al que lo habla, al que lo escucha y a quien es objeto de la calumnia.

En nuestra tradición este tema ocupa un lugar central. Tres veces al día, al final de la Amidá, rezamos: “Elohai, Netzor leshoní mi rá, Dios, preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira“. Sin embargo, pienso que lo más trágico es que el daño que ocasiona es irreparable. Por eso creo que cada año, mucha más gente muere atropellada por palabras que por coches.

Bueno, recuerdo que comencé hablando de coincidencias. La semana de Parashat Metzorá coincidió con la publicación de una entrevista del juez sudafricano Richard Goldstone. Para quienes no lo recuerdan, él encabezó en 2009 la comisión internacional de derechos humanos nombrada por la ONU que investigó la guerra de Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009.

Si bien la comisión presentó un reporte con conclusiones críticas hacia ambas partes, el informe fue especialmente violento y devastador contra Israel, acusando a su ejército de haber cometido crímenes de guerra contra la humanidad, denunciando el uso fuerza desproporcional y que atacaron deliberadamente objetivos civiles en Gaza con el fin de castigar, humillar y aterrorizar a la población.

Sus palabras hicieron mucho daño a la imagen de Israel en el escenario mundial y fueron explotadas por los periodistas y escritores antisemitas de turno. Palabras escritas que hicieron daño al ejército de Israel, palabras repetidas en todo el mundo que entristecieron a todo el pueblo judío.

Bien, esta semana, Goldstone publicó en el Washington Post un “mea culpa”, un artículo en el que se retracta y admite que se equivocó. Reconoce que el ejército de Israel ha investigado las acusaciones, lo que no ha hecho “Hamas” y que los civiles no fueron un objetivo planeado sino accidental. Se retracta de lo declarado anteriormente y afirma que si hubiera sabido antes lo que ahora sabe, nunca lo hubiera escrito.

Y ¿ahora? Yo escuché gente que piensa que Israel debe perdonarlo, que tal vez su arrepentimiento deba ser bienvenido bajo la idea de mejor tarde que nunca.

Pero escuché gente que recordó una parábola que dificulta la idea de perdonar. Es acerca de un señor que va con el rabino para pedir perdón por haber calumniado para luego descubrir que se había equivocado. El rabino le dice que suba al techo de su casa con un cojín de plumas, corte el cojín y eche las plumas al viento. Cuando regresó el rabino le pidió que ahora recogiera todas las plumas, algo que sabemos resulta imposible.

El Sr. Goldstone ha mostrado buena voluntad al publicar su teshuvá, su arrepentimiento. Pero honestamente yo no creo que él pueda ahora recoger sus palabras así como el calumniador las plumas. Las Naciones Unidas sostiene que mantendrá el informe original, y aún si fuera modificado, difícilmente cambiará las actitudes y sentimientos que despertó al ser publicado por primera vez. Por más de dos años su documento ha servido como una declaración oficial para atacar y criticar a Israel no apenas para los antisionistas también para todos los que se escudan detrás de grupos de derechos humanos que buscan por todos los medios deslegitimizar el derecho de existencia de Israel.

Creo que Richard Goldstone es una buena persona. Ha sido un judío comprometido con Israel, miembro del consejo de Gobernadores de la Universidad Hebrea, ex presidente de la ORT mundial. Y creo que cuando aceptó la tarea lo hizo con las mejores intenciones. Pero en algún momento se equivocó. Y sus palabras le hicieron mucho daño a Israel.

¿Y ahora, que sigue? Yo creo como me decía mi mamá, que te puedes arrepentir “fun haint bis morgn”, desde hoy hasta mañana, y el mundo seguirá siendo crítico a Israel. Pero él ha dado un paso importante y valiente.

¿Y nosotros? ¿Habremos aprendido algo de este ejemplo? ¿Seremos capaces de no desparramar rumores, habladurías y chismes que lastimen a otros? ¿Seremos capaces de hacer callar a quien nos quiera hacer su oyente? ¿Puedes hacerlo?

Un hombre llamó furioso a la editorial de un periódico y muy agitado y a gritos le dijo al editorialista: “¿Sabe usted que hoy en su periódico han publicado mi obituario? Le exijo que se retracten.” El periodista tratando de calmar al hombre le propuso: “Lamento lo ocurrido pero no nosotros no publicamos retractaciones, lo que haremos mañana es ¡poner su nombre en la columna de nacimientos!”

No podemos cambiar lo hecho. Pero podemos esperar y desear que Goldstone tenga un nuevo comienzo y se convierta en un promotor de Israel en el mundo.

Mientras, en cuanto a nosotros, recuerda: “Elohai, Netzor leshoní mi rá, Dios, preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira“.