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Visitar el  Museo de la Haganá, ubicado en la populosa y cosmopolita Tel-Aviv-  resulta  toda una experiencia tanto para niños como para adultos por su calidad museográfica,  moderna y efectiva de carácter audiovisual.  Además de interactivo, para los interesados, el Museo relata paso a paso y desde sus inicios,  el papel decisivo de la Haganá y del Palmaj, este último división  de la Haganá, abocado, a partir de 1941,  a evitar la intromisión de fuerzas alemanas a suelo judío,  gérmen del  ejército –del Tzva Haganá Leisrael- que habría de enfrentarse en el futuro a  las fuerzas árabes.

El Palmaj no era –se nos explica- un ejército formal. Era, más bien, un conglomerado social  fundamentado en los valores prístinos del Jalutzismo de los pioneros que  no sólo soñaron con una tierra propia para el judío de la diáspora, sino que, tras abandonar sus hogares, construyeron una patria con sus propias manos. Y con sus propias manos, hombres y mujeres, de manera voluntaria se afiliaron a las filas del Palmaj en un trabajo simultáneo de creación y defensa ,  de labores agrícolas y de entrenamiento marcial. Durante la Guerra de Independencia el Palmaj  jugó un papel decisivo. De las 12  brigadas de la Haganá, tres correspondían al Palmaj .

El Museo de la Haganá, publicitado asimismo como Museo del Palmaj, cuenta y recuenta de manera vivencial la vida individual y colectiva de aquellos jóvenes, quienes materializaron la profecía  sionista, la de Teodor Hertzl –testigo ocular del vergonzante  “Dreyfus affaire”- quien vaticino cincuenta años atrás, la creación de un hogar para el judío señalado, perseguido y muchas veces,  hasta la muerte. Recordemos los tristemente célebres pogroms que, de alguna manera,  impulsaron a la juventud  judeo-europea a abandonar a sus padres y a los sepulcros de sus ancestros en busca de una vida mejor para ellos y las generaciones por venir.

Un hilo conductor, la historia tal como fue y tal cual fue registrada,  conduce literalmente de la mano a los visitantes del museo. La primera sala reconstruye con total fidelidad  el comienzo de la Haganá con  la representación  de  miembros del “Bar Guiora” del “Hashomer” y de los “Pioneros de la Segunda Aliyá”. Su objetivo inédito e impostergable : el establecimiento de  una fuerza judía para el trabajo y la autodefensa. En dicha sala se destaca de manera  especial la Brigada Judía, conformada por diez mil integrantes,  conocidos como los “Primeros judíos”-  memorable por su desempeño durante la primera guerra mundial, como voluntarios en el ejército británico y en la liberación de la entonces Éretz Israel del yugo turco.

Más tarde, espera al visitante  la reconstrucción  de los  ataques perpetrados por árabes durante los años veinte y veintiuno del siglo pasado, situación en verdad amarga para los pobladores judíos, que los orilla en definitivo a la creación de la Haganá en 1920.

La impecable museografía  reelabora  los veintes y los treintas de alto progreso industrial, incluso bélico, cuando bajo el marco de la “Torre de Empalizada”, se invita a abandonar la defensa pasiva y a actuar  de acuerdo a las circunstancias. Coincidió el auge defensivo con la inmigración, ambos de carácter clandestino.

A raíz de la publicación de la “Carta Blanca” (1939), se inicia –según se certifica en las  paredes del museo- la batalla contra  las huestes británicas con los consecuentes arrestos y confiscación de armamento. Lo demás es historia: la fundación de un país libre e independiente para los Nidjei Israel, para los judíos de todos los confines de la Tierra.

Una fotografía de  tantas nos muestra a los fundadores de la patria, entonces jóvenes y en plenas fuerzas, quienes jugaron un papel decisivo: Moshé Dayán. Itzjak Sadé e Igal Alón, retratados  durante el establecimiento de  Janita, conocida, asimismo, por “Torre y Empalizada”. Y, destacan, por cierto, la reconstrucción del retorno de los judíos a su tierra ancestral pese a  los consabidos obstáculos,  las escenas del Palmaj en plena acción- mujeres y hombres en sus puestos con armas en las manos- así como  la memorable escena clave: el inicio de la guerra de independencia el 29 de noviembre de 1947 que culmina con  la creación el 31 de mayo de 1948 de Tzahal un ejército en forma.  Tras el establecimiento del Estado, la casa habitada por Eliyahú Golomb, fundador y líder de la Haganá, conocida como Beit Eliyahú, una de las casas construidas en la pequeña Tel-Aviv, además de  centro de operaciones, fue donada por sus miembros al Ministerio de Defensa. Un nuevo edificio, adyacente a dicha casa, es hoy día el museo de la Historia de la Haganá.