JOSÉ LUIS LEZAMA/REFORMA

2 Jul. 11-A principios del siglo XX emergió en Estados Unidos el movimiento eugenésico, cuyo propósito era crear una raza superior, blanca, de ojos azules y con características biológicas especiales. Muchos estados de la unión americana participaron de este movimiento mediante el cual se pretendía, entre otras cosas, eliminar a las personas consideradas de mente débil, incapacitados para una vida social civilizada y con genes propicios a la “idiotez”. Los propulsores de este movimiento consideraban que los pobres y las razas, para ellos, genéticamente débiles como la negra, los asiáticos, los mexicanos, etcétera, eran portadores de una composición biológica hereditaria que los conducía a la miseria, el vicio y al crimen. La solución propuesta era la esterilización de los pobres y de las razas juzgadas inferiores. Todo esto ocurría cuando Europa se vaciaba hacia Estados Unidos, Asia enviaba grandes masas de población migrante y México iniciaba también una fuerte expulsión de población, en un momento en el cual Estados Unidos se erigía como el nuevo centro neurálgico de la economía mundial, tierra de oportunidades que parecía atraer a millones de desposeídos del mundo, seducidos por el llamado sueño americano.

Hoy día, Carolina del Norte, uno de los 27 estados que se involucraron con la búsqueda eugenésica de una raza superior, intenta compensar a los alrededor de 3 mil sobrevivientes de esa aventura seudocientífica mediante la cual miles de personas pobres de diversas razas y nacionalidades fueron esterilizadas o cuya muerte fue recomendada. En el año 2002 esta entidad de la unión americana se disculpó ante las víctimas de esta política de exterminio de una población considerada impura, inferior o incompetente.

Los defensores del movimiento y la práctica eugenésica veían en la esterilización el mejor remedio para resolver graves problemas sociales. La mejor manera de eliminar la pobreza consistía en eliminar a los pobres esterilizándolos. Madison Grant, en un influyente libro de 1916 (The passing of the great race), recomienda esa medida para eliminar a los débiles y los ineptos, a quienes considera como fallas sociales. Grant pensaba que incluso, al eliminar a esta población, podía equilibrarse de mejor manera el déficit presupuestario del Estado, puesto que disminuiría la población en las cárceles, los asilos y los hospitales. Uno de los más importantes genetistas estadounidenses de principios del siglo XX, profesor de Harvard hasta 1899, Charles B. Davenport, en su libro de 1911 Heredity in relation to eugenics, recomendaba contraer matrimonio de manera inteligente, evitando uniones con los mentalmente débiles, los cuales eran fácilmente identificables por ser portadores de genes que los inducían a la incompetencia. En toda esta argumentación, los pobres y las calificadas razas inferiores eran sospechosos de estar biológicamente predispuestos para la pobreza y para diversas patologías sociales.

El movimiento eugenésico en Estados Unidos no se quedó únicamente en el plano discursivo, fue llevado a la práctica mediante programas de esterilización forzada. Alrededor de 60 mil ciudadanos estadounidenses pobres, sobre todo mujeres, fueron esterilizados; el estado de California fue líder en esta materia. Hubo incluso intentos fallidos de legalizar la eutanasia para eliminar a personas supuestamente inadecuadas, como ocurrió en Ohio de 1908.  La eugenesia en Estados Unidos sirvió de inspiración al programa de exterminio de la Alemania nazi contra la población judía y otros grupos clasificados como indeseables. Importantes fundaciones financiaron en Estados Unidos y Alemania programas de purificación o limpieza racial, tales son los casos de la Fundación Rockefeller, la Carnegie Institution y los descendientes de los magnates del ferrocarril, la familia Harriman. Entre los beneficiarios de los recursos de estas fundaciones están el médico nazi Otmar Von Verschuer, quien contó en su equipo con Josef Mengele, obsesionado entre otras cosas con sus experimentos con gemelos (The Guardian, 28/06/2011).

Los programas de esterilización no sólo buscaban la limpieza étnica, como lo proponía el movimiento eugenésico, también eran parte de una propuesta de política para el control demográfico, para combatir la pobreza y para racionalizar los gastos sociales del Estado. Consistió también en una forma de solucionar económicamente lo que previamente había sido definido como males o fallas sociales; entre estos no solo se incluía a las razas indeseables, sino también a los discapacitados, a los homosexuales, y a cualquier persona clasificable como degenerada o no apta para la convivencia social, o que constituyera una carga innecesaria para el erario público.

El 22 de junio pasado la gobernadora de Carolina del Norte, Bev Perdue, condenó el programa de esterilización de su estado, ofreció disculpas públicas y prometió compensar económicamente a las víctimas.