DANIEL BERDICHEVSKY O.

Después de ese tremendo viaje mental en Puebla conocido como la Ciudad de las Ideas, en donde vimos mentes tan interesantemente diferentes como pueden ser Bjarke Ingles, Daniel Dennet y hasta el “diablo”, Philip Zimbardo teniendo debates religiosos y cuestionamientos auto-críticos; he aprendido que una de las claves para que cualquier tipo de grupo o comunidad sobreviva al ya bien entrado nuevo milenio y todo lo que viene por delante, es la diversidad.

Me refiero a esto porque, a mi parecer, todo lo que tenga que ver con avance real, ya sea científico, comunitario, religioso o hasta artístico, va hacia esa dirección.

Considero desde este punto, que la comunidad Judía de México sí ha seguido esta línea de cambio, mas no del todo. Por un lado, desde hace algunos años se ha acortado bastante más la división entre “sub-comunidades”, casándose unos con otros y teniendo combinaciones que antes no había. Sin embargo, creo que eso no la ha hecho suficientemente diversa como para poder escapar del proceso en el que han caído muchas industrias, partidos políticos, grupos sociales (como la clase media en México), y hasta economías mundiales.

Poniéndolo en un ejemplo conciso (y personal): Cuando yo iba en preparatoria, siempre tuve un sentimiento un tanto triste hacia todo el ámbito comunitario. Lo consideraba, como muchos, una “burbuja”: hermética, cerrada, y apática. Mi escape fue, por un lado, tener un grupo de música y por el otro tuve la suerte de ir dos veces (1° y 2° de prepa) a cursos de verano en universidades de Estados Unidos. Con esto me logré “escapar” de la comunidad y entrar a un ámbito diferente del que conocía por 13 años, aunque fuera sólo por momentos de tiempo limitado (fin de semana y veranos). Cada vez que regresaba de nuevo a la Idishe, sentía que estaba perdiendo mi tiempo, por lo menos en el ámbito social.

Ahora que lo puedo ver con un poco de distancia (3 años), y estando en la universidad, lo veo un tanto diferente: por un lado creo que fue valiosísimo el haber tenido una educación en una escuela judía, ya que me afirmó mis raíces y realmente conozco la historia y las tradiciones, las cuales nunca creo perder.

Por el otro lado, regresando al tema de la diversidad, y viéndolo aun más claro después de la Ciudad de las Ideas, considero que el punto no es que haya una diversidad de que unos son Sefaradíes y otros “Shamis”, sino que existe una casi unánime forma de ser, apática y cerrada en la mayoría de las personas de la comunidad.

Considero que al parecer existe una uniformidad en la “personalidad social” de la gente, en la que, todos deben de estar a la moda, saber lo mismo, estar en el mismo ámbito cultural, económico, artístico (si es que realmente lo hay), y en general: lo que a la mayoría le “gusta”, es lo oficial.

Este tipo de apatías hacia lo que no es lo “mainstream” o popular han hecho que se pierda la riqueza de la diversidad en formas de vida; desde las carreras que estudiamos, pasando por los empleos que ocupamos, hasta la música que escuchamos.

Este tipo de uniformidad mental se combina literalmente con los uniformes de nuestras escuelas creando una ambiente muy pesado, en donde existen pocas cosas que tienen un gran interés y competitividad (el dinero, la popularidad, quién gana el festival Aviv y quién va al mejor antro), y una enorme apatía hacia todo lo que no sea eso; desde las artes, la literatura, la música nueva, las personas que no están en el perfil aceptado por “todos”, la investigación, los deportes no jugados por la mayoría, y en general cualquier cosa que no está en los “parámetros aceptados”.

Siguiendo esta línea de pensamiento, toda esta competencia extrema vs apatía extrema, nos genera en las escuelas un ambiente muy pesado, ya sea estando en el “mainstream” o no, y haciendo que los jóvenes, al entrar a las universidades o respectivos trabajos, asocien cualquier cosa de la comunidad con algo negativo (menos quizás ciertas cosas que específicamente les gusten), y eventualmente le den la espalda a ésta en la mayoría de las veces.

Creo que este problema viene desde casa, ya que son pocos los hogares en donde se aplaude a la diversidad y a la iniciativa (y no de negocios), y se impulsa a que sigan haciéndolo.

En este punto del ensayo me gustaría llegar a una propuesta, dado a que no es correcto ni válido criticar sin proponer, y las propuestas son lo que nos saca adelante; así que, aquí está:

Debemos crear una modificación de nuestro sistema comunitario, en donde la diversidad sea premiada y no castigada. En primer punto, en las escuelas se debe educar a los niños a que aprecien cosas variadas, y a que aprendan a investigar por ellos mismos, lo que eventualmente les dará un mayor panorama del mundo y no solamente de la comunidad cerrada que existe.

Considero que la instauración de cursos alternativos en las escuelas de la comunidad puede hacer una gran diferencia, ya siendo desde ámbitos:

a) Artísticos- como pintura, escultura, instalaciones conceptuales, fotografía y no sólo danza, teatro y música.

b) Tecnológicos- como cursos de computación útiles, talleres para construcción, diseño, etc.

c) Deportivos- como por ejemplo hacer un ligue con el deportivo y sus múltiples actividades (empezando por actividades alternativas como zumba, yoga, krav maga, etc.), e instaurarlas dentro del programa escolar, para que los jóvenes conozcan deportes y disciplinas que les puedan ayudar y dar balance en sus vidas diarias.

d) Culturales- creación de una “cultura para adquirir cultura”. Hoy en día, los jóvenes leen muy poco (lo hacen ya sea por obligación escolar, o leen cosas como Harry Potter y, aunque estén por arriba del promedio de México, igual están mal), ven películas malas (nadie ve cine de arte), y muy importante: un programa para que los jóvenes de la comunidad judía conozcan la ciudad de México, empezando por museos (la ciudad de México tiene más de 150 museos), parques, plazas, mercados, etc. Considero que esto podría ser clave para el entendimiento de la cultura mexicana en la comunidad y para tener una “burbuja” menos hermética.

e) Judaicos- Combinar los 4 puntos anteriores con ejemplos y conexiones directamente de la cultura judía, ya sea desde un artista israelí, la aplicación de los valores judíos en temas nuevos, o leer textos de autores judíos importantes, como pueden ser Spinoza, Derridá, Benjamín y Chomsky.

Además de todo esto, considero que es importante crear un ambiente escolar en donde no exista una falta de valores y estos sean inculcados integralmente (con ejemplos éticos en todas las materias) y no de la forma separada a todo lo demás, como lo es ahora.

Sumando a esto, debemos inculcar que los padres de estos hijos también estén enterados de lo que sucede, integrándolos a la educación de sus hijos y no creando un círculo vicioso en donde se eduque sin cultura y se vuelva nulo el aprendizaje del hijo al llegar a casa. Por ejemplo: en el caso del hijo que quiere contarle a sus papás lo que hizo en la escuela y este último al no saber de qué se trata o no interesarle el tema, haga que el hijo se desinterese.

Por último, considero muy importante que no se cree una imagen negativa (por lo menos inconscientemente) de lo asociado a lo comunitario en la mente de los jóvenes porque éste será el punto decisivo en el futuro y supervivencia de la comunidad judía de México, ya que sin su interés, cada vez menos se involucrarán hoy y en el futuro en aspectos de la comunidad.

Para completar y resumir: si podemos acabar con la idea que “todo lo asociado con la comunidad después de la escuela da flojera”, y a eso le podemos sumar una nueva diversidad en formas de vivir y de pensar; podremos crear una mejor comunidad, con una “burbuja” menos hermética, pero con raíces más fuertes para nunca perder nuestra identidad cultural, religiosa y personal.