SARA SEFCHOVICH/ NEXOS ONLINE

LA CIUDAD DE CADA QUIEN
En el buzón apareció un requerimiento en papel amarillo, membretado y sellado. Decía: Por instrucciones de la Sección de Permisos para Espectaculares, Anuncios, Similares y Conexos de la República Mexicana, sírvase presentarse en un término máximo de 13 horas a la ventanilla única de atención al cliente de la Oficina de Trámites Burocráticos Simplificados de la Delegación Política. De no hacerlo se aplicarán sanciones.

Por suerte, la cola no era larga cuando llegué, así que me formé para esperar turno. Pero resultó que cada una de las personas que me antecedían, le estaba guardando su lugar a dos o más que no estaban allí. Pasó mucho tiempo antes de que alguien me atendiera y dese de santos dijo una voz que salía por el minúsculo hueco de la ventanilla, porque ya es mi hora de comer.

Resultó que querían ver mi permiso para poner un espectacular en la azotea del edificio en el que vivo. La voz detrás de la ventanilla me hizo saber que así se le llamaba al anuncio de cigarros que quedaba encima de mi departamento. Yo no lo puse dije, ni siquiera sabía que había un anuncio allí dije, pero hoy mismo lo quito. No es tan fácil señora, respondió, para quitarlo hay que tener también un permiso y ése no se le puede extender si no tiene antes el otro, el que la autoriza a ponerlo. Y dijo: debe dar inicio inmediato al trámite de regularización. Para ello tiene que traer los siguientes documentos: acta de nacimiento, comprobante de domicilio y cartas de dos testigos sobre la veracidad de mismo; seis fotografías recientes tamaño credencial en blanco y negro; si es mujer quien solicita, acta de matrimonio y carta de autorización del marido, autentificada por dos testigos que no pueden ser los mismos que los del caso anterior; credencial de elector, pasaporte y licencia de manejar como identificaciones, las tres son in-dis-pen-sa-bles porque como son las cosas en México no podemos confiar en que si trae sólo una sea verídica y no falsificada; comprobante de estudios debidamente sellado por la Secretaría de Educación Pública; escritura de alguna propiedad al mismo nombre de quien solicita el permiso o, en su defecto, carta del propietario autorizando la operación, autentificada por un notario y anexando los recibos de pago del impuesto predial; estados de cuenta bancarios del último año; certificados del pago de los impuestos personales; cartas de exposición de motivos y justificación de necesidad de dicho anuncio así como de compromiso para respetar las condiciones de uso de espectaculares en la ciudad, con un párrafo que asegure que pondrá en dicho anuncio la leyenda obligatoria impuesta por el acuerdo con la Arquidiócesis y que dice: Nada con exceso, todo con medida; autorización sellada por la Comisión Nacional de Revisión del Lenguaje en Sitios Públicos en la que se establece lo que se puede y lo que no se debe decir; carta para la Secretaría de Relaciones Exteriores con el compromiso de no afectar a ningún país amigo con su propaganda; permisos de la Secretaría de Salubridad, del Departamento de Ecología y de la Sección de Imagen del gobierno de la capital; permiso de uso de suelo de la azotea con carta de los vecinos que lo aceptan; estudio estructural del edificio para asegurar que soporta los tubos sobre los que está montado el espectacular, con el proyecto detallado del mismo que especifique sus medidas, peso y características y con una carta de la empresa que lo puso en la que se compromete a no aceptar ningún encargo que afecte las decisiones del gobierno en esta materia; todo en original y dos copias. Una vez que se reciba lo anterior, se le hará entrega de una solicitud que deberá llenar cuidadosamente y con ella se presentará en la mesa de servicios al público para que le pongan el sello de iniciación del trámite. En 45 días hábiles deberá recoger su documento de autorización y entonces podrá dar inicio a los trámites de cancelación, previo pago de los derechos así como de las multas correspondientes por haber infringido la ley. Cualquier inconformidad la puede reportar al número de teléfono que está apuntado sobre este vidrio y por ningún motivo deberá expresarla en voz alta dentro de este recinto, con el objetivo de evitar cualquier escándalo que pudiera afectar la tranquilidad de los ciudadanos y que nos veríamos obligados a evitar llamando a los elementos de seguridad. ¿Alguna duda?

Cuando salí de allí habían pasado casi cuatro horas. Empecé a caminar de regreso a mi casa, pero estaba tan cansada que me metí al auditorio de la delegación cuya puerta estaba abierta de par en par, y me senté a reposar en una butaca muy raída que alguna vez fue de terciopelo rojo. Había muchas mujeres, marchantas del mercado, la que atiende en la farmacia, dos de las que cobran en la panadería y varias vecinas de mi cuadra.

Resulta que la esposa del delegado político daba una conferencia en la que explicaba que la protección a la mujer era una de las políticas principales del gobierno de su marido y que como muestra de ello desde hacía dos años había instalado una ventanilla única para trámites, como mecanismo de facilitación por si alguna de nosotras quería emprender un negocio o resolver algún problema.

Cuando recuperé fuerzas salí de allí y retomé mi camino a casa. Pero cuál no sería mi sorpresa al ver que en el tiempo que estuve fuera habían colgado sobre la fachada del edificio una manta gigante que decía: Queremos Pepsi Light, no nos gusta la Pepsi Max. Muerte a la Pepsi Max. Viva la Pepsi Light. Y en letras más pequeñas: Por órdenes de la inspección general, los anuncios en tela no requieren permiso oficial ni autorización de los vecinos. Aplican restricciones.

Sara Sefchovich. Socióloga e historiadora. Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Entre sus libros: La suerte de la consorte, País de mentiras y Demasiado amor.