RABINO MARCELO RITTNER

Ubajarta BjaimShabat Reeh 5771

27  de agosto 2011- Cuando preparaba mi mensaje de este Shabat no podía dejar de pensar que este Shabat bendeciremos el mes de Elul que comienza la próxima semana. El nuevo año que parecía tan lejos ya está a la vista. Les confieso que me sentí conmovido y a la vez invadido por una nostalgia de recuerdos de personas y momentos. Una emoción especial de empezar a prepararme para mi “jeshbón hanefesh”, mi chequeo espiritual.

Esta época, mezcla de memoria y recuerdos, se transforma en uno de los períodos espirituales más profundos de nuestro calendario judío. Es en Elul cuando simbólicamente recibimos algo así como una transfusión de vida espiritual, renovamos energías, tratamos de reconciliarnos con los otros y con nosotros mismos. Es una época que actúa como un momento de transición, como un puente entre el verano y el otoño. Entre lo que somos y lo que queremos ser, entre el pesar y el arrepentimiento, la culpa y la renovación; entre la frustración de lo aceptado y la promesa de cambio. Y como los israelitas, que sabían que no se puede ir a enfrentar una nueva situación sin preparación, así nosotros comenzamos a prepararnos para recibir un nuevo año.

A lo largo del libro del Deuteronomio, y en la parashá de esta semana, Ree, Moisés prepara a los hijos de Israel para entrar en la Tierra Prometida, recordándoles de las leyes y normas que han aprendido en su viaje por el desierto. “Reeh, An-ji noten lifneijem hayom, brajá uklalá”, “Mira, en este día Yo pongo delante de ti la bendición y la maldición”.  La idea central que nos plantea la Torá es que el hombre es libre para elegir su manera de vivir.  Dios nos dice “¿Qué quieres hacer con tu vida? Eres libre de elegir”. Podrás santificarla o tornarla profana. Podrás construir o destruir, hablar o permanecer en silencio, buscar el amor o esconderte de él, pero una cosa debes tener claro: vivir es escoger. Y hacerlo es tu responsabilidad.

De niños, las elecciones pueden parecer más simples, pero a medida que crecemos, elegir se torna más difícil.  No me refiero a elegir unos “jeans” o un par de tenis sino a elecciones que afectan y marcan tu vida. Algunas personas con vista pero sin visión eligen el camino más corto, convencidos de que alcanzarán sus objetivos más rápidamente. Otros, al llegar al momento de la elección, son dominados por el temor y allí se quedan sin avanzar por el camino de la vida. Claro que están también aquellos que dejan que otros elijan por ellos.  Se hace más fácil y siempre se puede encontrar un culpable por un eventual fracaso.

Pero la Torá insiste, “Ubajarta, tu debes elegir”, elige la vida, elige lo creativo, elige el amor, elige la fe, elige el compromiso con tus ideales y tus sueños. Porque la vida se trata de una constante elección. Vivir es elegir y hacerlo es nuestra responsabilidad individual.  Y yo quiero invitarlos a que este Elul sea el tiempo de repasar, de evaluar nuestras elecciones, de mirarnos en el espejo del alma, y a pesar de la desesperanza, la tristeza o los fracasos que podamos ver reflejados, tengamos el valor de una vez más elegir la vida.

Hay otra idea que quiero compartir con ustedes. A medida que avanzamos en la lectura de este último libro de la Torá, nos encontramos con Moshé cerca del final de su vida. En un bellísimo comentario nuestros sabios resaltan que Moshé enseñó a su pueblo de dos maneras, una por sus palabras y otra por sus acciones.

Una historia jasídica cuenta sobre un gran estudioso que solía visitar al gran rabino de Lublin con regularidad. Curioso de verlo tan seguido en la yeshive, uno de los estudiantes le preguntó: “Rabí, ¿Por qué visitas frecuentemente al rabino de Lublin? Sabemos que usted mismo es un gran sabio”. A lo que el rabino respondió: “Yo visito al rabino de Lublin para ver cómo se relaciona con las personas. Verán, hay dos formas de aprender: Una es a través de los libros y la otra a través de los ejemplo de aquellos que viven por lo que los libros enseñan”.

Moisés le enseñó a su pueblo no sólo por medio de palabras, también lo hizo con el ejemplo de su forma de vida. Y esta es de las elecciones más valiosas. La coherencia entre lo que estudiamos y cómo vivimos. Entre lo que hablamos y lo que hacemos. No es memorizar palabras y frases, sino darles vida. Elegir y vivir una vida donde haya coherencia entre lo que hablamos y lo que hacemos, entre lo que sentimos y cómo lo expresamos.

A veces pienso que muchos actúan como aquel niño que regresa del campamento. Moishéle estaba feliz, pero su mamá notó que en su maleta faltaban dos toallas. Luego de regañarlo, llamó al director del campamento y le explicó la situación. “¿Cómo es posible que le hayan robado a mi hijo 2 toallas, eso les enseñan en la escuela?”. “Señora, cálmese, deben estar perdidas, respondió el director, yo las buscaré y se las enviaré. ¿Podría usted ayudarme describiendo cómo eran las toallas?”. “Claro, respondió la mamá, eran grandes, blancas y tenían bordado con letras doradas ¡Holiday Inn”!

Comenzando juntos a prepararnos para un nuevo año, yo los invito a que preparen sus músculos espirituales, los invito a ver el reflejo de neshamá, a que a lo largo de Elul hagan su chequeo espiritual anual, nunca pierdan la esperanza, siempre elijan la vida. “Ubajarta, tu debes elegir”, elige la vida, elige la coherencia, lo creativo, elige el amor, elige la fe, elige el compromiso con tus ideales y tus sueños.

Elige siempre la vida.