RODICA RADIAN GORDON/EXCELSIOR

Hace dos semanas escribí en esta columna sobre los indignados de Israel, comentando que la agenda pública que hasta ahora se ha preocupado principalmente de temas de seguridad nacional se ha convertido, quizás por vez primera, en una agenda de ciudadanía.

El ataque terrorista al sur de Israel la semana pasada, y los cohetes lanzados el fin de semana desde Gaza hacia varias ciudades israelíes, que resultaron en muertos y heridos, provocaron una severa reacción israelí. Estas agresiones han sido los primeros ataques violentos que se han llevado a cabo desde que dio inicio la movilización popular y el movimiento de cambio en Egipto y los más duros desde 2008. Los ataques nos hacen recordar qué tan importante es el tema de la seguridad en nuestra región.

Dichos eventos tienen como trasfondo los procesos de cambio que se siguen dando en el mundo árabe, tales como el escenario político en Libia, la incertidumbre que enfrenta Siria ante la represión ejercida por su régimen y los otros movimientos de protesta que se han extendido.

A su vez, estos eventos reflejan también la ineptitud de los regímenes árabes para protegerse de presuntas consecuencias que podrían afectar su propia estabilidad política.

El acontecer de los últimos meses demuestra que a pesar de la caída de algunos dictadores, la transformación hacia regímenes alternativos dura más de lo esperado y se caracteriza por los impredecibles tiempos de transición.

La falta de claridad acerca del futuro del régimen sirio tiene repercusiones en el comportamiento de Hamas, que trata de abandonar a su ya dudoso patrón (Siria) buscando acercarse al gobierno egipcio y, al mismo tiempo, trata de remodelar la realidad en el Oriente Medio. Y ello, con el uso de brazos armados como el “Comité de Resistencia Popular”, responsable, entre otros, de gran parte de los ataques terroristas.

Sin lugar a dudas, Hamas controla la Franja de Gaza, inclusive las diferentes facciones y grupos terroristas. Tomando en cuenta dicho control, conjuntamente con el acuerdo de reconciliación recién firmado entre la OLP y Hamas, uno necesariamente se pregunta acerca del futuro carácter del liderazgo palestino.

Los últimos acontecimientos en el Oriente Medio ponen de manifiesto no sólo las expectativas de cambio sino también la inestabilidad y la vulnerabilidad de los países en la zona. Esta situación permanecerá en un futuro próximo. En este contexto, la importancia estratégica del acuerdo de paz entre Israel y Egipto es aún más sobresaliente, mientras que la responsabilidad de ambos gobiernos es evidente frente a los intereses comunes de mantener la estabilidad en la zona limítrofe, pese a los recientes atentados.

Es cierto, que los cambios en la región tienen consecuencias para la seguridad de Israel. Sin embargo, la fortaleza de la sociedad israelí responde, entre otros factores, a la cohesión social. En este sentido es notable ser testigos de la continuación de las negociaciones entre los manifestantes y los representantes del gobierno israelí, paralelamente al enfrentamiento de los desafíos políticos.