ISAAC BIGIO/BOLPRESS

17 de septiembre 2011- El siglo XXI nació con el euro, la primera moneda multinacional que compite con el dólar. Éste ha avanzado en América Latina donde también es un modelo de signo común que el ALBA o la UNASUR estudian. Sin embargo, el euro apagará sus 10 velitas tal vez teniendo que sacrificar a parte de sus miembros.

El surgimiento del euro fue consecuencia de la reunificación de Alemania posterior a la caída del muro de Berlín en 1989. Este era el medio con el cual los germanos, que fracasaron en las dos guerras mundiales tratando de conquistar Europa, pensaban dominar los mercados de su continente.Bajo la égida del Banco Central alemán, el marco, el franco, la lira italiana y la peseta española se disolvieron en el euro, algo que también hicieron otras 13 economías menores (Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Grecia, Holanda, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Portugal).

Además, el euro es usado por 4 mini-Estados empotrados en la UE (Andorra, Mónaco, San Marino y Vaticano) y las dos últimas escisiones de Serbia (Montenegro y Kosovo), mientras que las monedas de Bulgaria, Bosnia, Cabo Verde, Dinamarca, Lituania, Letonia y el franco local que usan casi una veintena de antiguas dependencias galas le establecen como su tipo de cambio fijo.

Solo 10 de los 27 países de la Unión Europea no renunciaron a sus billetes tradicionales, aunque siguen aceptando el euro en muchos de sus comercios. La resistencia al euro generó partidos políticos, incluyendo uno nuevo en Reino Unido (el UKIP) cuyo emblema era la libra esterlina y que llegó a quedar segundo en la última elección europea prometiendo volver a una economía nacional totalmente independiente de Europa.Uno de cada 4 de los casi 200 países del mundo se basan en el euro, usado a diario por 332 millones de los 502,5 millones de habitantes de la Unión Europea y por unos 180 millones de nacionales de otros países que aceptan al euro como su tipo de cambiofijo(sobre todo en el África).

En diversos momentos gobiernos nacionalistas del Tercer Mundo hablaron de comercializar el petróleo u otras materias primas en euros y una de las razones de EEUU (y de su aliado británico) de haber hecho tantas guerras en el Medio Oriente fue para mantener la hegemonía del dólar.El euro, que se ha mantenido como la segunda moneda en transacciones comerciales y en reservas mundiales después del dólar, va a cumplir este 1 de enero su décimo aniversario desde que sus billetes empezaron a circular. Sin embargo, el euro apagará sus 10 velitas tal vez teniendo que sacrificar a parte de sus miembros.

A duras cuentas ha podido rescatar financieramente a Irlanda (que fue vista como un modelo económico), Grecia y Portugal, mientras que España e Italia languidecen. El talón de Aquiles del euro es el país de Aquiles. Grecia no tiene dinero para pagar sus salarios y pensiones y puede declararse en quiebra.

Varios economistas hablan de salvar al euro sacrificando a Grecia y otras economías en caída, aunque ello podría generar un efecto dominó que reduciría su fuerza, convocatoria y credibilidad.

El fin de la nueva Europa

La crisis del euro refleja un fenómeno mucho más profundo. Para entenderlo hay que hacer un poco de historia. Europa es la segunda península más poblada del Asia (la primera es laÍndicacon casi el doble de habitantes), pero ésta se convirtió por primera vez en el continente líder de la humanidad entre la mitad del milenio pasado hasta la mitad del siglo pasado.Europa unificó comercial y culturalmente al mundo colonizando la mayor parte del resto del planeta. Tras las dos guerras mundiales que se libraron en su suelo y entre sus potencias, Europa fue perdiendo sus colonias y su hegemonía y quedó atenazada entre Moscú (cuyo territorio queda en su mayoría en Asia) y Washington (cuyo Estado queda en América).

Tras que EEUUdesalojaraa cualquier potencia europea en el liderazgo mundial, Japón y China han sacado de las 3 mayores economías a cualquier país europeo. Goldman Sachs estima que en 4 décadas las economías de India, Brasil y México habrán desplazado a cualquier otra del continente que antes les conquistó.En la post-guerra, Europa enfrentó su declive formando una Comunidad de Estados, que luego se anexó al antiguo Este ‘socialista’ creando la Unión Europea y después el euro.

A medida que Rusia se fue recomponiendo, que EEUU se fue atascando en las guerras en el mundo islámico y con su recesión, y que vienen emergiendo nuevas potencias comerciales en el sur (particularmente China, que ya estaría desplazando a EEUU como la mayor economía de todos los tiempos), la UE se estanca, baja su peso en el mercado global, agiganta su número de desempleados y su moneda se agrieta.No obstante, el declive de este continente empezó hace unos 2 siglos: cuando se dio el fin de la primera ‘Nueva Europa’.

En una época entre los países más grandes del mundo existían unos llamados Nueva Suecia, Nueva Holanda, Nueva Inglaterra, Nueva Francia, Nueva España,Nueva Castilla, Nueva Granada y Nueva Extremadura.Pocos se acuerdan de esos nombres, pues el fin de lo que fue la ‘Nueva Europa’ implicó la ruptura republicana con las monarquías europeas.Hoy Nueva Suecia es Delaware (EEUU), Nueva Holanda es Nueva York, Nueva Inglaterra son las 13 colonias que fundaron EEUU, Nueva Francia quedó repartida entre Canadá (Quebec) y EEUU (todo el Misisipi hasta Nueva Orleans, bautizada así por una ciudad francesa); Nueva España (que iba desde Alaska hasta Costa Rica contorneando casi todo el Golfo de México) quedó repartida entre México, EEUU y Canadá; Nueva Castilla dio paso a la mayor parte de las repúblicas suramericanas, Nueva Granada fue fragmentada entre Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá y Nueva Extremadura es Chile.

Cuando la ‘Nueva Europa’ se les independizó y sus miembros cambiaron de nombre, la Vieja Europa del siglo XIX se recuperó colonizando África y Asia.

La actual ‘Nueva Europa’ del siglo XXI no tiene dónde extenderse más, y es inundada por capitales de otros continentes. Para recuperarse, ésta necesita de nuevos mercados y, tal como Libia lo demuestra, de más intentos bélicos para ampliar sus dependencias.