JOSÉ KAMINER

La literatura idish es la literatura escrita en la lengua popular propia de los judíos ashkenazíes, los cuales proceden de los judíos que se asentaron en Renania en el siglo IX y desde allí, a causa de diversas persecuciones, se fueron desplazando hacia territorios convecinos de Europa central y oriental.

Ya en el siglo XII, numerosos juglares judíos recorrían Alemania recitando traducciones al idish de cantares épicos y baladas de amor cortés de la época, obras de no judíos. En los periodos antiguo (c. 1250-1540) y medio (c. 1540-1800), las obras se escribieron en idish occidental, el cual es un dialecto que se desarrolló en Alemania y Países Bajos y que fue reemplazado en el siglo XIX por el idish oriental, procedente de las regiones bálticas y eslavas. A partir del siglo XIX, la literatura idish consistió principalmente en obras devocionales pensadas para hacer inteligible a todos, la religión judía. La obra más conocida de éstas es el Ts’enah ur’enah, reelaboración libre de algunas historias del Pentateuco llevada a cabo por Jacob ben Isaac Ashkenazi.

La literatura idish floreció ante el influjo de tres movimientos fundamentales, la Haskalá, el jasidismo y el antisemitismo. La Haskalá (en hebreo ‘Ilustración’), movimiento del siglo XVIII encaminado a familiarizar a los judíos con la cultura occidental, fue iniciado por el filósofo judío alemán Moshe Mendelssohn. Los principales representantes de la Haskalá prefirieron utilizar el hebreo o las lenguas de sus países de nacimiento pero, aunque consideraban el idish como una mera jerga, también recurrieron a él por ser la lengua que mejor comprendían las masas judías.

El jasidismo, movimiento social y religioso de gran difusión cuyo fundamento era impregnar la vida cotidiana de fervor religioso, contribuyó a dignificar la lengua y la literatura idish. El antisemitismo y experiencias como los pogroms rusos, ordenados por los zares entre 1881 y 1906, llevaron a muchos judíos de Europa oriental a perder la esperanza de entrar con pleno derecho en la vida cultural de sus países de residencia, con la consiguiente intensificación de la autoconciencia del pueblo judío y el aprecio por la propia cultura.

Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX tuvo lugar la llamada época clásica de la literatura idish, representada por tres autores en prosa: Shalom Jacob Abramovich (1835-1917), más conocido como Mendele Mojer Sforim quien era un vendedor de libros itinerante, Scholem Aleijem (1859-1916) e Isaac Leib Peretz (1852-1915). Todos ellos escribieron sobre la vida cotidiana en las comunidades judías de Rusia, en especial en los shtétl. Sus obras mantienen un perfecto equilibrio entre las influencias populares y las cultas, y muestran una acentuada preocupación por la vida fuera de los ghettos.

Scholem Aleijem es el más popular escritor judío en idish, su nombre verdadero es Scholem Ben Najum Rabinovich. Nació en 1859 en Poltova, Rusia y recibió la clásica educación hebrea, pero se dedicó al comercio. Al cambiar su nombre por el de Scholem Aleijem cambió su vida y se dedicó a la literatura centrada en el amor al prójimo, buscando en su pueblo y sólo en él su fuente de inspiración. Fue un escritor auténtico además de un observador agudísimo. Toda su producción lleva en sí su verdadero amor por los hombres y la vida que oscilaba a su alrededor entre tradición y modernidad.

Scholem Aleijem perteneció por merecimientos propios, a la serie de los clásicos de todos los tiempos. Él es uno de los pocos que supo pintar con matices  conmovedores las particularidades del microcosmos judío de la Europa Oriental que lo rodeaba. Escribió para niños y adultos; expresó en las bellas páginas de sus libros su compromiso irrevocable con aquellos, los necesitados.

Con su magnífico estilo logró transmitir un verdadero amor por los hombres; dignificándolos y convirtiendo el dolor y la pena, en optimismo y fe a las situaciones más dolorosas y desesperadas con una chispa de humor. Por eso se decía popularmente que mientras un ojo lloraba el otro reía. Recordemos que nunca renegó de sus humildes orígenes, por el contrario, él nunca olvidó aquella durísima experiencia de sus años de su  propia niñez.

Su obra El violinista sobre el tejado es una sátira de la vida cotidiana del hombre judío común en las aldeas de la Europa oriental, a finales del siglo XIX, y revelando sus artimañas cotidianas para soportar con dignidad el acoso de la pobreza a veces extrema.

En el Violinista sobre el tejado, Scholem Aleijem convirtió en héroes y heroínas a estos pequeños seres humanos que afrontaban sus tribulaciones con grandes dosis de amor y buen humor, gracias a su peculiar y muy sabia filosofía popular, que les permitió arreglárselas para encontrar algún resquicio en el que apareciera la esperanza hasta en circunstancias atroces. Aunque su vida real fuera peor que la peor de sus pesadillas, no dejaban de soñar y confiar en un futuro mejor.

Alejem falleció el día 13 de mayo de 1916, en Nueva York. Miles de judíos acompañaron acongojados al genial escritor que en vida pudo poner en palabras genuinas la manera de vivir y sentir de su pueblo. Este mundo tan bien descrito por él dejó de existir durante la Segunda Guerra Mundial y, aunque parezca mentira, a pesar de todo lo dicho, la obra transpira nostalgia. Nostalgia por la inocencia, por la fortaleza que encontraban en sus tradiciones los judíos, por el apoyo que les ofrecía la familia y la comunidad, por sus principios, por esa nobleza de espíritu que no flaqueó, incluso cuando ya su horizonte había desaparecido por completo y había logrado echar raíces en el nuevo mundo.