ISRAEL HAYOM/CIDIPAL/PORISRAEL.ORG

31 de octubre, 2011- No estamos hablando sobre una “escalada” o “cruzar la línea roja”, sino más bien de una guerra; una guerra misilística terrorista. Su método es acumular simples misiles en el corazón de áreas civiles, densamente pobladas, usando a los civiles como escudos humanos mientras que lanzan misiles, a chorros, y, luego, ondas sobre los israelíes. Esos misiles no pueden amenazar la existencia de Israel, pero pueden matar, mutilar y afectar la vida cotidiana de civiles israelíes y sembrar el temor.

La cantidad de civiles afectados por esos misiles crece y no podemos continuar con represalias a esas rondas de ataques.

En primer lugar, la calma es unilateral. Nunca hay tranquilidad en Israel porque siempre hay algún “grupo escindido” funcionando o “disparos esporádicos” a pesar de los acuerdos de cese al fuego.

Segundo, esta calma es explotada por organizaciones terroristas, con una activa asistencia por parte de Irán y Siria, para incrementar la cantidad de misiles que tiene en su poder y mejorar su exactitud y alcance. En un comienzo, los misiles terroristas amenazaban a unos pocos miles. Ahora éstos pueden alcanzar a cientos de miles; la próxima vez, cuando su alcance puede llegar hasta Gush Dan (centro de Israel incluyendo a Tel Aviv), amenazará a millones de israelíes. El terrorismo misilístico se está convirtiendo en un arma estratégica.

En cada etapa, mejoramos nuestra defensa tanto con respecto a la protección como, más recientemente, con la intercepción. El desempeño del Iron Dome es digno de elogio, y sus desarrolladores y operadores merecen justo prestigio, pero debemos recordar que éste es solo un componente de nuestra defensa y no puede hacer todo. El Iron Dome no puede proteger contra morteros, misiles de corto alcance, misiles anti-tanque o, incluso, misiles de largo alcance. Ni puede, una batería estacionada en Ashkelon, responder al fuego en Rishon Lezion. Necesitaremos más Iron Domes. No precisamos calcular el precio de cada misil sofisticado y costoso versus el bajo costo de uno simple. Necesitamos calcular, si es posible, el precio de la intercepción versus el costo del daño directo, como indirecto, causado por los misiles. Además tenemos que recordar que producir más Iron Domes llevará un largo periodo de tiempo, en especial para aquellas comunidades que, con ansiedad, los esperan, mientras que otras comunidades ya están relativamente protegidas.

Solo la defensa no puede ganar. La tecnología del Iron Dome no es suficiente: además necesitamos una política de “mano de hierro” cuando se trata de terrorismo. Primero, tenemos que poner fin a esas rondas de ataques que llegan y se van. Esas no son buenas para el lado fuerte que continúa absorbiendo, incluso por intervalos, esos ataques, permitiendo a nuestros oponentes recuperarse y fortalecerse, una y otra vez. Debemos comprender que estamos en una guerra continua contra el terrorismo, y tenemos que conducirnos con instituciones gubernamentales que atacan, con continuidad, y exigiendo un precio, por parte de los líderes terroristas en Gaza.

No hay justificación para el hecho que los padres en Ashkelon tengan que vivir con miedo por la vida de sus hijos mientras, el líder de Hamas, Ismail Haniyeh vive. Debemos tomar el control de zonas en la Franja de Gaza y establecer zonas de seguridad para poner a distancia las amenazas con misiles desde Israel y facilitar una mejor intercepción, destinada a proteger a ciudades y comunidades en el sur. No necesitamos re- ocupar Gaza pero, si la batalla llega a una campaña más extensa, a la Operación Plomo Fundido II, necesitaremos “hacerlo” derribando al régimen de Hamas. Hamas no es parte de la solución. Es el problema.