RABINO MARCELO RITTNER

Muchas veces he mencionado que yo no creo en las coincidencias. Este Shabat quiero reafirmarlo. Por un lado la lectura de la Torá, por otro, este Shabat en el que simbólicamente celebramos 50 años desde nuestro primer Kabalat Shabat. Y así Jacob, Bet El y la vida de cada uno de nosotros, se entrelazan mágica y simbólicamente en el tiempo y en el espacio, como coincidencias o no de historias reales de individuos y comunidades.

La parashá nos presenta a Yaacov, huyendo de Esav que no está tan contento que su hermano, el protegido de mamá, le robara su primogenitura y la bendición de su padre. Y ahora encontramos a Yaacov en el desierto, solo, vulnerable, asustado. En las palabras de la Torá: “Salió Jacob de Beersheva y fue hacia Harán. Llegó a un lugar y como anocheció, allí pasó la noche. Tomo de las piedras del lugar y las usó para apoyar su cabeza y dormir. Tuvo un sueño; había una escalera afirmada en la tierra y llegaba hasta el cielo, y he aquí que los ángeles de D-os subían y bajaban por ella.” Y él, está solo apenas con sus sueños.

Pienso que como nuestro patriarca, cada uno y todos en algunos momentos de la vida tenemos que aprender a estar solos para redescubrir nuestros sueños. Claro que a todos nos asusta la idea de estar solos, especialmente en un paisaje como un desierto.

Curiosamente nuestra tradición nos señala que las enseñanzas y sueños nacen justamente cuando nos permitimos soñar. Cuando tenemos la madurez y el valor de ser nosotros mismos. Cuando al despertarnos nos esforzamos en hacerlos realidad, porque eso es lo que nos hace personas más completas. Soñar es tener fe en tu capacidad de cambiar pese al miedo que los cambios te producen. Es atreverse a salir de la “zona de confort”, y buscar los cambios, desarrollar nuestro potencial, crecer.

Y Yaacov nos enseña: Nunca tengas miedo de estar solo con sus sueños. “Y cuando se despertó, Yaacov conmovido declaró: Ad-nai está presente en este lugar y yo no lo sabía, “Ein ze ki im Beit Elohim, ve ze Shaar Hashamaim”, “Esta no es sino la Casa de D-os y una entrada hacia los cielos””.

Lo que muchas veces olvidamos es que D-os no solamente hace promesas; también nos desafía a que nos esforcemos en alcanzar esas promesas y así las transformemos en bendiciones. Porque somos Sus socios.

Nos habla a cada uno como descendientes de Yaacov. Y nos habla de manera individual acerca de nuestra vida, nuestros momentos en el desierto y la continua búsqueda de la nuestra tierra prometida personal. Y nos habla como comunidad. Tu comunidad, la comunidad de la familia.

El lugar al cual a lo largo de 50 hemos llegado en algunos momentos buscando a D-os en la soledad o el temor del desierto de tu vida, otras buscando la fe, o agradeciendo una nueva vida, o una nueva familia, una simjá de un bar o una bat mitzvá, el calor de saber que soy parte de algo mayor que yo mismo, o el consuelo en el momento del dolor cuando la muerte toca tu corazón…

Piensen cuántas vidas tocó este Kabalat Shabat a lo largo de los años. Jóvenes que pasaron por el moadón y hoy regresan con su propia familia. Parejas que descubrieron el amor. Personas que descubrieron la fe y el sentido de servicio comunitario. Piensen por un momento qué sueño maravilloso nos legaron nuestros fundadores… Qué valor por atreverse a “ser diferentes”, crear una comunidad que fue y es el parteaguas de la historia judía de México.

Ellos aprendieron de Yaacov a no tener miedo de soñar.

Y hoy celebramos 50 años en este lugar que es la esencia y la razón de nuestra existencia. Esta casa, Su casa y la nuestra. El lugar abierto a los que se atreven a soñar y ser, a vivir el judaísmo apegado a nuestras tradiciones pero con la capacidad de entender la dinámica histórica del judaísmo. El lugar de los que se atreven a pensar, cuestionar y romper monopolios; y buscar expresiones contemporáneas para el judaísmo milenar.

Tenemos muchos motivos de celebrar como familia Bet El. Y a pesar de la soledad que nos rodea en este desierto, nunca duden que también ésta es la Casa de D-os y es una entrada hacia la posibilidad de vivir como judíos una vida plena comprometidos con D-s, con la Torá y con Israel. Comprometidos con los más necesitados para alcanzar una sociedad más justa.

Vamos a seguir soñando, vamos a retomar sueños postergados para elevarnos a nuevas alturas, vamos a seguir como comunidad, como familia subiendo en la escalera que une la Tierra y el Cielo. Y vamos a ser una bendición.

Shabat Shalom, ve mazal tov.