ENLACE JUDÍO

En un desayuno organizado por la consultoría en comunicación Llorente & Cuenca, se presentó un estudio según el cual 45 por ciento de los empresarios del Continente no tiene confianza en las políticas de sus gobiernos.

Los panelistas fueron Josefina Vásquez Mota, precandidata del PAN a la Presidencia de la República; Alejandro Romero, presidente de Llorente & Cuenca; Javier Medina, titular de la Asociación Nacional de Profesionales de Cabildeo; el empresario Jaime Zabludovsky y el periodista Ezra Shabot.

El estudio de Llorente & Cuenca arrojó que los políticos mexicanos más valorados por los empresarios son Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones y Marcelo Ebrard.

Los empresarios mexicanos más valorados por los políticos son Daniel Servitje, Carlos Slim y Lorenzo Zambrano.

Ezra Shabot dijo que existen “dos niveles que podríamos ejemplificar: aquél que le permite un contacto con la cúpula empresarial y el propio sector gobernante y aquél otro que tiene que ver con la parte real, la parte cotidiana del México real para el comerciante en donde las cosas no han cambiado como originalmente se planteaba. Esta realidad de un México en donde todavía el empleado tiene la llave para cerrar la decisión que se tomó arriba, en donde una burocracia tiene la suficiente fuerza para seguir utilizando el mecanismo de corrupción y de esa manera bloquear lo que arriba se pudo haber decidido, sigue siendo una de las mini restricciones que uno puedo pensar que existen en un México en el que a pesar de las líneas y los grandes cambios se han manejado desde la cúpula en la base, simplemente esto no se ha producido”.

En cuanto a los empresarios favorecidos por la preferencia de los políticos,, dijo Shabot: “No es fortuito encontrar, en el caso mexicano que aparecen por ejemplo los nombres de estos hombres de negocio en donde los nombres de Slim, Servitje y Sambrano, son los nombres que resaltan y que ejemplifican opciones de éxito, pero también son opciones de dominancia económica, son opciones en un marco en un país en donde desgraciadamente el éxito está ligado también a la falta de competencia económica, de jugadores que son pocos y que a partir de esto, por las estructuras monopólicas del país, no se han transformado. Esto no descalifica el éxito del empresario como tal o el reconocimiento mismo de su actividad, pero nos vuelve a manifestar el gran desafío frente a lo que será el próximo año, la próxima elección, en donde a esto que le han llamado los poderes fácticos, que no es más que estas concentraciones de poder heredadas del viejo régimen y que con un legítimo derecho de cada uno de los grupos de poder de defenderlo, porque es asumido como un trabajo realizado, no como algo que se los regalaron, pero que de una u otra manera sigue haciendo de éste un país que no tiene la suficiente capacidad para crecer porque esos cotos de poder, esos privilegios finalmente de grupos que siguen teniendo un enorme éxito pero que evitan una mayor competencia, están ahí presentes”.

Terminó Ezra diciendo: ” Hoy hay que preguntarle a los candidatos o a los pre – candidatos, ¿están dispuestos a una reforma fiscal que implique necesariamente un hilo generalizado y reducción de impuestos sobre la venta? ¿Están dispuestos a entrar en un sistema de telecomunicaciones que rompa estructuras monopólicas? ¿Están dispuestos a romper con cierto tipo de privilegios que se han manejado y que tienen amarrado al país? Eso es lo que deberíamos cuestionar y sobre eso deberíamos de plantear.”

Jaime Zabludovsky habló desde su experiencia en CONMEXICO, asesor empresarial que agrupa a las 45 empresas más importantes productoras de alimentos, bebidas, tabaco, alcohol, cerveza y productos para el hogar, y de la relación de esta organización con los gobernantes:

“Hoy ,con la apertura política del país, con la democratización del país, con la decentralización de poder, pues hay mucho más jugadores y muchos de estos jugadores están todavía en un proceso de construcción de sus instancias institucionales, uno de los más importantes es el Congreso, aun tenemos un Congreso mucho más activo y mucho menos dócil, mucho más independiente y autónomo y mucho más influyente en las políticas públicas, pero es un Congreso que desde mi punto de vista también tiene un gran trecho por aprender. Hay una gran tentación en el Congreso no sólo de legislar, sino que de regular y de meterse a cosas muy técnicas y detalladas como el tema de las normas”.