ELENA ACHAR

La certeza en una sociedad es como el aceite en una máquina. Actualmente los mexicanos carecemos de mecanismos que proveen de certeza a la en el ámbito político, económico y social.

En el ámbito económico las instituciones no han logrado proveer de ese “aceite” a sus actores para lograr que la máquina avance: los favoritismos entre el poder político y económico, la ausencia de una verdadera competencia con reglas claras, con una COFECO o un árbitro imparcial, una fallida desregularización, etc., han obstruido a los emprendedores empresarios, quienes en su búsqueda por “sobrevivir” acuden a mecanismos informales como la corrupción.

Las reglas escritas y no escritas, las formas y los ritos que se construyeron durante 70 años de gobierno priista se fueron cimentando para dotar a nuestro sistema político de relativa estabilidad, certeza y una claridad en la circulación de sus élites. Rompieron su ritmo por una legítima demanda social de cambio.

En el 2000 el foxismo apostó en el “cambio”, pero nunca suplió los viejos por nuevos mecanismos. Dejó un vació en las normas no escritas que el PRI utilizaba con frecuencia. Las instituciones informales dotaban de certeza en cualquier situación o crisis. Ahora estamos confundidos: la sociedad mexicana lleva doce años esperando un nuevo andamiaje institucional, nuevas formas.

No hemos encontrado un nuevo camino y por eso volvemos a añorar el regreso del PRI, como lo marca la encuesta de Parametría de noviembre: más del 30 por ciento de los mexicanos se creen “muy priistas”. Eso sorprende cuando recordamos que en el 2000 los mexicanos rechazábamos al PRI y sus “formas”. María de las Heras explicaba que era difícil interpretar los datos de las encuestas por el efecto del priista que le daba vergüenza pronunciase como tal.

Las encuestas muestran que la sociedad mexicana vuelve a añorar al Tlatoani. Queremos certezas y eficacia.
Hoy vemos a un PRI cohesionado con un solo candidato. Acudí al Consejo Político del PRI el 8 de diciembre como invitada a la toma de posesión de mi amigo Pedro Joaquín Coldwell. Al Salir comprendí que la rápida reacción del PRI ante la crisis y luego la sustitución de Moreira legitimó más al PRI que nunca. La gente quiere ver árbitros quiere ver líderes quiere certezas.

EL PRD obtuvo mayor legitimidad por la cohesión. AMLO representa el Tlatoani ideal, pero Peña Nieto es un Tlatoani televiso renovado y más atractivo para el votante indeciso.

En el PAN la ausencia de un árbitro y de reglas claras a tres meses de la contienda interna pueden debilitar al partido. Y la elección de Cordero suicidaría al partido hasta caer a ser tercera fuerza. Josefina es la única candidata capaz de darle una posible victoria al PAN.

Así estamos a siete meses de votar por nuestro presidente…. ¿Qué otra reflexión surgirá?