ELENA ACHAR EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Nuestra atención está secuestrada por las piruetas electorales de los aspirantes de todos los partidos, pero no somos los únicos: la administración pública también se ha detenido, paralizándose su mente, su corazón y su trabajo con miras a julio del 2012.

Dos años antes de las elecciones presidenciales poder ejecutivo, legislativo y judicial tienen puestos sus esfuerzos en encontrar un candidato que los apadrine, para trabajar lo que resta del sexenio en miras de su gallo.

Si bien podemos decir que las campañas electorales duran más de un año, el sexenio dura cuatro años y medio; en el intermedio, hay un vacío de poder, muy seductor para el crimen organizado. La historia de la humanidad nos dice que cuando hay un vacío de poder, rápidamente llenado por otro.

La alta de un servicio de carrera efectivo en la administración publica incide directamente en la falta de seguridad laboral de los funcionarios públicos. En ese sentido, tenemos una burocracia preocupada por su candidato y no por sacar su trabajo adelante. Los mecanismos institucionales incentivan a un parálisis gubernamental y a un Estado ausente.

Para la mayoría de los mexicanos las elecciones son sólo un proceso para elegir a sus gobernantes; para los servidores públicos, una transición de gobierno se convierte en una forma de vida, donde buscan la sobrevivencia de sus intereses.

A partir de lo anterior, es necesario crear mecanismos que provean de seguridad laboral a los poderes y den pocos incentivos al adelanto del proceso electoral.