GINA ZABLUDOVSKY KUPER EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Durante los últimos días hemos sido testigos de una serie de chistes muy ocurrentes a partir de lo ocurrido en la Feria del Libro de Guadalajara en la cual Enrique Peña Nieto se mostró incapaz de contestar cuáles eran los tres libros que más lo habían marcado. Con este motivo a continuación doy a conocer una lista que elaboré en septiembre de este año a partir del convencimiento de que, además de la selección de noticias cotidianas (que a menudo les preparan sus asesores) y de las publicaciones más candentes sobre la situación económica y social actual, a nuestros políticos no les haría mal recurrir a algunos textos clásicos que, a pesar de que no están recién salidos del horno, resultan extraordinariamente vigentes.

A continuación va mi lista:

1) Las obras teatrales de Shakespeare. Entre ellas Hamlet, como advertencia de las consecuencias de un régimen corrupto y podrido (esta obra empieza con la frase “algo está podrido en Dinamarca” que ahora desafortunadamente podríamos aplicar a “mucho está podrido en México”); Macbeth para alertarlos contra la falta de escrúpulos, la ambición desmedida, y recordar que una matanza lleva a otra; y, “Como gustéis” que da cuenta de cómo las mujeres han tenido que disfrazarse de hombres para ejercer sus derechos.

2) Siguiendo con la herencia inglesa, nuestros políticos debieran leer los brillantes discursos de W. Churchill para que aprecien cómo las palabras atinadas constituyen un arma insustituible para la buena política. ¿Quién no recuerda sus frases “Sólo puedo ofrecer sangre, sudor y lágrimas” o “nunca tantos debieron tanto a tan pocos”?
3) Para que se sigan nutriendo del poder de las palabras, también debieran leer a nuestros políticos del Siglo XIX y principios del XX que fueron grandes escritores: Entre ellos Lucas Alamán, Ignacio Manuel Altamirano, José María Luis Mora, Mariano Otero, Justo Sierra y Lorenzo de Zavala, para mencionar solo algunos.

4) De Nicolás Maquiavelo (1469-1527) el “Discurso sobre la primera década de Tito Livio” para tener presente las virtudes republicanas, y el “El Príncipe” para no perder de vista que la buena política se hace con “buenas armas” y “buenas leyes” y que si bien para un mandatario siempre es mejor “ser temido que ser amado”, un buen dirigente constantemente debe cuidarse de no ser menospreciado u odiado. En una época de crecientes fundamentalismos religiosos este libro también recuerda que la ética política debe poner su distancia frente a la fe religiosa.

5) De Max Weber (1864-1920) “La política como vocación “(mejor conocido como El político y el científico) para que no se olviden que la política debe ejercerse con convicción y responsabilidad y para que también estén conscientes de los enormes riesgos de perder el monopolio de la violencia legítima que es el fundamento del Estado moderno.
Además, este texto es útil para diferenciar entre el mero poder (que puede ejercerse de forma arbitraria e ilegitima) y el ejercicio de la autoridad legítima que en las sociedades actuales debe fundamentarse en la racionalidad y apego a la ley.

6) “ Los partidos políticos “ de Robert Michels 1876-1936) para que vean cómo desde principios del Siglo XX este pensador denunció lúcidamente el peligro de aquellos partidos políticos constituidos por elites oligárquicas que se reproducen a sí mismas separándose totalmente de los intereses de la base y del contacto y de las masas que los llevaron al poder. Sin embargo también es cierto que debemos cuidarnos para que estas críticas, que resultan extraordinariamente vigentes al funcionamiento de los partidos, no lleguen a ser tan despiadadas que anulen las posibilidades democráticas como le pasó al propio autor que acabó simpatizando con el fascismo.

7) De vuelta a la tradición inglesa, considero que nuestros políticos debieran leer al filósofo e historiador de las ideas Isaiah Berlin 1900-1997) por su defensa a la pluralidad y la crítica al dogmatismo…En particular su libro “Impresiones personales” que son una serie de pensamientos alrededor de las contribuciones de grandes figuras como el propio Churchill, F.D Roosevelt y Ch. Weizmann entre otros. En general creo que nuestros dirigentes políticos y empresariales tendrían que leer la biografía de grandes líderes en vez de perder su tiempo y su dinero con best-seller y cursillos que – de una forma semi-mágica- ofrecen dar claves y recetas para el ejercicio del liderazgo. Desde luego, y para que no olviden que el lugar de ellas también ha estado en la política, estas lecturas debieran incluir biografías de algunas gobernantes mujeres como Golda Meir o Indira Ghandi

8) Dentro de nuestra herencia latinoamericana, tenemos a la gran literatura sobre los dirigentes autoritarios: “El Señor Presidente “de Miguel Ángel Asturias “El recurso del método “de Carpentier, “El otoño del patriarca “de Garcia Márquez. “” Yo el supremo” de Augusto Roa Bastos, “La fiesta del Chivo “de Vargas Llosa. Si bien es cierto que ahora en nuestro país el poder presidencial está acotado y ya no puede ejercerse discrecionalmente como antaño, persiste el peligro de un poder patriarcal de tipo local concentrado en otras figuras, como la de nuestros omnipotentes gobernadores en muchos estados. Más al sur, me parece que Hugo Chávez constituye un ejemplo del tipo de liderazgo presente en las novelas antes mencionadas.

9) Para aterrizar en el país, desde luego, todos los políticos deberían leer nuestra Constitución y la historia de la misma así como los debates que se han dado en los congresos para modificarla.

10) Por último considero que sería muy provechoso que nuestros políticos leyeran algunos libros de “haikus” (poemas japoneses de tres versos) para que no abusen del tiempo en sus discursos, aprendan a expresar sus pensamientos en pocas palabras y puedan condensar sus ideas para utilizar bien Twitter.

Twitter @ginazabludovsky
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