ENRIQUE RIVERA

El jueves 15 de diciembre se llevó a cabo la despedida de los nuevos inmigrantes a Israel, conocidos en hebreo como olim, vocablo que se refiere al término aliá, es decir “subida” a la tierra de Israel. La Sojnut (Agencia Judía), así como otras organizaciones, tales como el Keren Hayesod, la Embajada de Israel, la Universidad Hebraica y la Comunidad Sefaradí, estuvieron representadas en tal convivio.

Los jóvenes, adultos e incluso adultos mayores estuvieron acompañados de familiares y amigos para despedirlos y desearles una Klitá kalá vetová, es decir una absorción fácil y buena en la Tierra que emana Leche y Miel.

Al ver a estos nuevos olim, que el próximo domingo estarán tomando un aviión que los llevará a una vida nueva, en una tierra nueva, no pude menos que ver sus rostros; llenos de una mal disimulada preocupación por lo que pasará; con las huellas que deja la tristeza y la nostalgia de dejar a una parte muy querida de ellos, familiares y amigos.

Sin embargo, en el fondo de sus ojos, una llama, pequeña pero firme, también se expresaba y poco a poco iría ganando terreno: la llama de la esperanza, el calor y la seguridad que provoca el llegar al hogar espiritual judío, a una casa de la cual se ha estado muy lejos por años, por lustros, décadas o siglos. Ese regresó a Eretz Israel, el cual provoca llanto y risa; amor y dolor.

Los oradores, entre ellos Elihahu y León Shaul (aclaro, no son hermanos ni parientes, pero sí, también ellos, olim de hace muchos años y hoy israelíes), junto con Zvi Sever, del Keren Hayesod, hablaron de las bondades de esa tierra y de sa sociedad, democrática y dinámica, y no ocultaron que también hay dificultades. Y que una gran recomendación, es la de practicar el hebreo, ya que eso les permitirá ganarse un lugar y respeto en la sociedad israelí.

Las madres de los jóvenes y no tan jóvenes nuevos “olim” tenían una expresión risueña, casi feliz, que se quebraba por momentos, al recordar que tan sólo en tres días sus hijos o, en algún caso, también sus nietos partirían. Eran el vivo reflejo del momento: por un lado la feclidad por los hijos que emprender su camino y, por el otro, el dolor de no tenerlos cerca.

Sin embargo, como lo señaló Avi Sofer: “La razón más fuerte por la cual nos vamos, es porque vamos a sacrificar nivel de vida por calidad de vida”.