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Desde el 12 de noviembre, Irán ha sido golpeado por tres explosiones distintas, en instalaciones vinculadas a sus capacidades misilísticas y nucleares. Esta semana, una gran parte de la atención internacional se centró en la explosión que, supuestamente, ocurrió en las instalaciones nucleares de Irán, cerca de Isfahan, el 28 de noviembre. Inmediatamente después hubo contradictorios informes en los diarios, sobre si la instalación nuclear había sido, efectivamente, dañada. The London Times indicó que la instalación nuclear de Isfahan había sido realmente golpeada. Esta misma semana, sin embargo, el Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional (ICSI), con sede en Washington, publicó fotografías satelitales de las instalaciones de Isfahán que fueron tomadas a finales de agosto de 2011, comparándolas con fotografías que fueron tomadas a principios de diciembre. El debate sobre la importancia de lo que sucedió en Isfahán sigue siendo probable que continúe, a pesar de esta evidencia fotográfica. Aunque la misma instalación nuclear de Isfahán no parece haber sido dañada, los iraníes arrasaron una serie de edificios que estaban a unos 400 metros de la valla exterior. ¿Por qué lo que ocurrió en Isfahán es tan importante?

En 2002, cuando la oposición iraní hizo público, por primera vez, el programa nuclear secreto del país, había tres instalaciones principales que develó. La más conocida de éstas, hoy en día, fue el centro de enriquecimiento de uranio de Irán, en Natanz. Estaba también un reactor de agua pesada, en otro lugar, con el nombre de Arak. Las barras usadas de combustible, de este reactor, podrían ser utilizadas para la producción de plutonio. Por último, había una tercera planta nuclear, en las afueras de Isfahán, para la conversión de uranio. Irán, que poseía sus propias minas de uranio, quería extraer el mineral de uranio y producir un producto intermedio llamado “torta amarilla” [óxido de uranio concentrado]. En las instalaciones de Isfahán, los iraníes tomarían su “torta amarilla” y la convertirían en un gas de uranio que, finalmente, alimentaría a las centrifugadoras en Natanz. Cualquier daño a la planta de Isfahán cortaría el principal combustible que los iraníes utilizaban para fabricar uranio enriquecido.

Isfahán había sido también uno de los grandes logros de la diplomacia nuclear de Irán durante la última década. Una vez que el programa nuclear iraní hubo sido revelado, los países de la UE, liderados por Gran Bretaña, Francia y Alemania, tomaron la iniciativa y comenzaron a negociar con Irán para que detenga su programa nuclear. El negociador jefe iraní, Hasan Rowhani, se jacta de que, cuando estas conversaciones se iniciaron en 2003, Irán no tenía instalaciones de conversión de uranio en Isfahán. Más tarde explicó que las negociaciones con los europeos proporcionan a Irán un tiempo precioso “para completar el trabajo en Isfahán”, que todavía estaba en marcha dos años después, en 2005. Los iraníes también fueron capaces de retrasar cualquier acción del Consejo de Seguridad de la ONU, que debería haber actuado contra ellos en 2002, pero no aprobó una sola resolución contra Irán hasta 2006. Como explicó, en esa época, el Viceministro de Relaciones Exteriores iraní, la diplomacia había sido utilizada “para disminuir la presión sobre Irán en relación a su programa nuclear”.

Lo que está claro, a partir de las fotografías satelitales que fueron publicados esta semana, es que la instalación de Isfahán no fue destruida. Los analistas de ICSI en Washington creen que, además de los edificios que aparecieron eliminados por los iraníes fuera de la valla de las instalaciones de Isfahán, también había una vieja mina de sal utilizada para almacenamiento, que podría haber sido afectada. Irán tiene un historial de arrasar instalaciones nucleares, por sí mismo, cuando pensaba que estaban a punto de ser pilladas por Occidente. En 2003, cuando los inspectores del OIEA solicitaron el acceso al Centro de Investigación de Lavizan, donde se realizaba el trabajo de conversión a armas de Irán, el régimen iraní no sólo demolió seis edificios que eran utilizados para este trabajo, sino que, incluso, removió varios metros del suelo superior del lugar, en caso de que la OIEA estuviera planeando tomar muestras del suelo, con el fin de investigar si habían sido utilizados materiales radiactivos en el área. Tal vez Irán, hoy en día, esté preocupado de que las explosiones, cerca de la planta de Isfahán hayan expuesto actividades prohibidas, en las que los iraníes estaban involucrados, así que enviaron topadoras para nivelar el área.

Los informes sobre las misteriosas explosiones en Irán, encajan dentro de otro debate que se está librando actualmente en Washington. The Washington Post publicó una historia, el 8 de diciembre, citando a funcionarios estadounidenses que dijeron que la administración Obama había decidido una nueva estrategia respecto de Irán, basada en un uso más amplio de “esfuerzos encubiertos” focalizados en el programa nuclear iraní. Los iraníes acaban de tomar posesión de un avión estadounidense no tripulado que, dijeron, estaba en su espacio aéreo. La historia acerca de los esfuerzos encubiertos en Irán, surgieron cuando la administración estaba luchando con los líderes del Congreso sobre su legislación, que contaba con la aprobación unánime en el Senado de EE.UU., para tomar medidas contra los bancos extranjeros que hacen negocios con el Banco Central de Irán. El Congreso quiere obligar a los bancos extranjeros a elegir entre hacer negocios con Irán o con EE.UU. Dificultando hacer negocios con el Banco Central de Irán, los miembros del Congreso esperan que sea más difícil, para los países, comprar petróleo iraní, cortando así la principal fuente de ingresos de Irán.

El Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha tratado de argumentar, en una carta a los senadores, que el resultado de lo que están haciendo será aumentar el precio del petróleo. El gobierno quiere retrasar, por seis meses, la aplicación de sanciones para aquellos que hacen negocios con Irán. Si no se adoptan sanciones paralizantes ¿Qué sugiere la administración hacer con Irán? Mediante la filtración de una historia acerca de una nueva estrategia utilizando operaciones secretas, podría existir un esfuerzo en curso para responder a esa pregunta. Mientras tanto, no parece que el programa nuclear iraní haya sido detenido. Cada nuevo informe de la OIEA documenta un crecimiento constante en la cantidad de uranio enriquecido que los iraníes han producido. En 2003, Irán manipuló brillantemente a Occidente con el fin de ganar el tiempo necesario para construir la planta nuclear de Isfahán. Ahora, debatiendo consigo mismo, Occidente podría estar ofreciéndole a Irán el precioso tiempo que necesita para seguir avanzando hacia su meta de producir armas nucleares.