DANIEL PIPES / TRADUCCIÓN DE SHARON GESUND

El vendedor de fruta tunecino Mohamed Al Bouazizi es visitado por el presidente Zine El Abidine Ben Ali
El vendedor de fruta tunecino Mohamed Al Bouazizi es visitado por el presidente Zine El Abidine Ben Ali

Hace un año, el Oficial Fadiya Hamdi dio una bofetada a un vendedor de fruta, Mohamed Bouazizi en la pequeña localidad tunecina de Sidi Bouzid, provocando disturbios que causó como efecto dominó que tres dictadores vitalicios árabes perdieran el poder: Ben Ali de Túnez renunció el 14 de enero,  Hosni Mubarak de Egipto renunció el 11 de febrero, y Gadafi de Libia, fue asesinado el 20 de octubre. Además, Saleh de Yemen renunció el 23 de noviembre, pero en realidad  parece ser más una artimaña para mantenerse en el poder.

Tres observaciones sobre la bofetada: En primer lugar, trae a la mente el famoso incidente  espantamoscas  (en francés: Le coup d Eventail) en Argelia el 29 de abril de 1827, cuando el gobernante otomano de la región), Hussein ben Hassan, chocó contra el cónsul francés, Pierre Deval, con su espantamoscas. El gobierno francés explotó este episodio para ir a conquistar la totalidad de  Argelia durante los próximos tres años, y permaneció durante 132 años más. Por supuesto que lo del espantamoscas fue un incidente fabricado y la bofetada de hace un año era real, sin embargo; el parecido sigue siendo asombroso.

En segundo lugar, la bofetada confirma el efecto mariposa: la idea que se remonta a un documento académico de 1972 por Edward Lorenz, profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, “¿El batir de alas de una mariposa en Brasil desencadena un tornado en Texas?” que un acto minúsculo, a distancia puede tener consecuencias trascendentales e impredecibles.

En tercer lugar, los acontecimientos del año pasado, deben resaltar siempre la noción de que los musulmanes son fatalistas. Como lo pongo en el año 1983 acerca de la pre-vida moderna: “A pesar de que los temas musulmanes era referidos a menudo con el término árabe ra’iya (rebaño tendido), lo que indica su pasividad, sería más probable que los vean como los bovinos que, normalmente son plácidos y complacientes, pero que a veces se vuelven contra las autoridades y salen en estampida contra ellos. El rechazo de la [orden tradicional] ocurrió pocas veces, por lo general en momentos de crisis extrema, pero a menudo era suficiente para mantener a los gobernantes musulmanes preocupados.” De hecho, los gobernantes no deben subestimar la volatilidad de sus masas.

 

 

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