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Un colegio tailandés desata la polémica, al permitir que sus alumnas vistan como los nazis. Los consulados de EE UU, Reino Unido, Francia y Alemania afean la conducta del centro ante la pasividad de los docentes

Todos los detalles estaban cuidados al máximo. Los uniformes de color caqui, las botas hasta la rodilla, las esvásticas a la altura del bíceps, los brazos en alto y hasta el bigote mínimo de Adolf Hitler. Los viandantes no daban crédito a sus ojos, porque ni la procesión estaba compuesta por ‘skinheads’, ni se llevaba a cabo en alguno de los bastiones del nacionalsocialismo. No. Quienes marchaban a ritmo militar eran estudiantes adolescentes de una escuela católica, todas mujeres, que iban a participar en una competición deportiva en la ciudad de Chiang Mai, al norte de Tailandia.

La peculiar comitiva desfiló de estas trazas, bien sonriente, el pasado 25 de septiembre, pero el asunto continúa provocando un agitado debate en un país que vio morir a manos de los imperialistas japoneses a miles de prisioneros de la coalición, que, entre otras cosas, erigieron el famoso puente sobre el río Kwai. Porque no es la primera vez que sucede -en 2007, otro grupo de 200 escolares provocó una tormenta similar al acudir con uniformes parecidos a otro evento- y porque todavía no está claro qué llevó a las adolescentes a vestirse de esta forma. El centro alega que fueron ellas las que eligieron el atuendo, pero la fidelidad de los ‘uniformes’ apunta a que fue sugerencia del director de la escuela.
Paradójicamente, fueron algunos extranjeros quienes alertaron a los profesores de que no se podía consentir un espectáculo así. Para su sorpresa, los docentes les respondieron que no veían nada de malo en ello. Así que una delegación de los consulados de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y hasta la propia Alemania se ha tenido que desplazar hasta el centro educativo para poner los puntos sobre las íes. Incluso han pedido que añadan al currículo la asignatura de Historia Moderna con énfasis en lo sucedido durante el Holocausto.

«Es evidente que algo más grave sucede en nuestra sociedad», analiza para este periódico Surinorm Boonprasong, profesor del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Bangkok. «En 2007, cuando saltó el primer escándalo y el colegio se disculpó, el centro judío-americano Simon Wiesenthal restó importancia a lo sucedido aduciendo que ha pasado mucho tiempo desde la Segunda Guerra Mundial y que la memoria es corta. Pero es evidente que algo falla cuando vuelve a la vida la iconografía de los nazis».
Los buenos y los malos

Para Boonprasong el sistema educativo tailandés comete un grave error al pasar de puntillas por lo sucedido en aquella contienda. «Mucha gente no tiene muy claro quiénes fueron los malos y quienes los buenos», explica. «Están claras las atrocidades que cometieron los japoneses, pero muchos creen que los malvados de la ‘otra’ guerra fueron los estadounidenses». El analista Meechai Burapa está de acuerdo. «De joven nunca me hablaron del Holocausto, pero vi películas y pensé que la escenografía era muy atractiva. Fui víctima de la ignorancia».

¿Pero son estos dos casos solo una muestra de lo rápido que el ser humano olvida las grandes tragedias? «Solo a medias», responde Boonprason. «Está creciendo en el país un instinto xenófobo, sobre todo hacia minorías como la birmana, que es especialmente preocupante». De hecho, el eslogan ‘Thailand for Thais’ (Tailandia para los tailandeses) todavía tiene mucho tirón político. No obstante, sería exagerado achacar este tipo de sentimientos a adolescentes como los que han protagonizado estos dos incidentes. «Sin duda, ellos pensaban como Meechai Burapa, y símbolos similares a la esvástica son habituales en el budismo, pero lo grave es que adultos que han podido vivir el dolor de la guerra a través de sus padres permitan algo así».

Kong Rithdee, comentarista social, va un poco más allá. «Quizá les hayan dado a leer los antiguos libros de Historia, porque técnicamente, y eso es un hecho, estábamos del lado del Führer cuando estalló la Segunda Guerra Mundial». Algunos incluso ironizan con la idea de que el nacionalismo tailandés tiene mucho que ver con el alemán de aquella época. «Es la pureza de raza y la idea extendida de que Tailandia es mucho más que el territorio que ocupa en la actualidad. De hecho, hay mapas que toman partes de otros países que en su día pertenecieron a Siam», analiza Boonprason.