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Pocos serán los que al leer las palabras Garnata al-Yahud sepan asociarlas con el lugar que, en sus orígenes, se llamaba de esta forma. A los pies de La Alhambra, en su parte suroriental se localiza lo que, hace un milenio, se conocía como el arrabal judío de la ciudad musulmana, un asentamiento anterior a la llegada de los árabes.
La ‘Granada de los judíos’ -traducción literal de Garnata al-Yahud- cambió su nombre cuando los cristianos tomaron Granada. Realejo fue, entonces, la denominación elegida por ubicarse allí las casas de toda la realeza y haber sido tomado por la Corona.

Mucho ha llovido desde que los judíos pisasen las piedras de algunas de las estrechas callejuelas de El Realejo, pero todavía mantiene esas dos partes en las que se divide desde sus principios. Por un lado, la zona alta, situada en la ladera de la Colina del Mauror, que baja desde Torres Bermejas y que, según los historiadores, en 1410 dio cobijo a los habitantes de Antequera, razón por la que recibió el nombre de Antequeruela. Por otro, la zona llana, cuya evolución se produjo antes de la cristianización, motivo por el que, a día de hoy, conserva poco de su antiguo trazado urbano.

En la actualidad, Realejo-San Matías pertenece al distrito Centro y se extiende desde Santa Ana, el lateral derecho de la Carrera de la Virgen, el Paseo del Salón y Cuesta de los Molinos, hasta llegar a la Colina del Mauror. Sus 10.000 habitantes llevan a gala eso de ser ‘greñúos’, sobrenombre con el que se les conoce y que, tal y como ellos mismos cuentan, «hace referencia a las rizadas melenas y barbas que los judíos solían llevar».

Un barrio envejecido

Un barrio obrero que cada vez está más envejecido, pese a la población estudiantil, que no tiene gran peso puesto que permanece poco tiempo en la zona. Según el presidente en funciones de la Asociación de Vecinos Realejo-San Matías, Francisco Cordones, «la mayoría de los vecinos son gente que nació y se crió aquí, aunque en los últimos años han llegado muchos matrimonios procedentes de otros rincones de España».

La evolución de la que ha sido protagonista esta barriada también ha traído consigo los consecuentes problemas. «El principal es, sin duda, el aparcamiento. No hay sitios para estacionar los coches. O das vueltas una hora hasta conseguir uno, o alquilas una cochera. No obstante, tampoco hay cocheras suficientes para la cantidad vehículos que tenemos en el barrio, y las que hay son demasiado caras. Se pensó hacer un parking en un solar de la calle Santiago pero el coste es demasiado alto. Del mismo modo, también ha habido intentos de poner diversos proyectos de este tipo en marcha, sin que ninguno vea, finalmente, la luz», asegura Francisco.

Otro de los ‘rompecabezas’ de estos vecinos son los ruidos ocasionados en los pubs ubicados, fundamentalmente, en la calle Molinos. «La gente sale a fumar en grupos muy amplios a la vía pública, con lo que eso supone. Las voces y gritos no dejan dormir a los que residen en las viviendas más cercanas. También el tránsito de la famosa discoteca del Campo del Príncipe es molesto para los que no trasnochan», recalca el portavoz vecinal. «Por otra parte, hemos tenido problemas de gente que ha ocupado pisos y casas deshabitadas. Si se mantienen cerradas varios años, los okupas aprovechan para meterse», añade.

Pese a que Francisco afirma que Realejo-San Matías es un barrio «seguro, dentro de lo que cabe esperar hoy día»”, los ‘greñúos’ solicitan más presencia policial. «La Policía patrulla poco por las zonas que no son tan transitadas como calle Solares o Alamillos, donde son frecuentes los botellones de pequeños grupos de amigos», sostiene.