MARIA JOSE ARÉVALO GUTIÉRREZ EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Cada 27 de enero se celebra a nivel mundial diversos actos en homenaje a los más de 6 millones de judíos que fueron cruelmente asesinados en los campos de exterminios. La ciudad de Cádiz no se libro que sus ciudadanos pasaran por Gussen o Mathausen, tal como figura en una placa conmemorativa en la Diputación Provincial.

Cuando tras más de 65 años se oyen todavía los testimonios de los descendientes de los deportados a esos campos de concentración, es difícil esquivar el sentimiento de tristeza, que no se acerca ni por asombro a todo el padecimiento que tuvieron que sufrir nuestros habitantes, fuesen del bando que fueren y pertenecieran a un credo distinto al que marcaba por aquella época por obligación el brazo político, sin olvidar aquellos que fueron tachado de vagos y maleantes por ser homosexuales.

Afrontamos un año clave en Cádiz, donde el Bicentenario invade cada rincón de nuestra ciudad y donde no se escatima esfuerzo y presencia alguna de nuestros representantes democráticamente elegido por el pueblo. Sin embargo su ausencia en este acto fue visible, aunque no por eso careció de la solemnidad que este recuerdo se merece. Celebrar un evento de conmemoración a una Constitución que entre otras cosas abolió el Santo Oficio, bajo el que tantos judíos perecieron, y no presenciar otro cuyos acontecimientos no se remontan a dos siglos atrás carece de toda concordancia posible.

El Dr. Barchilon citaba a su antepasado con estas palabras: “Cuando uno nace judío, nace con una maleta debajo del brazo”. Hagamos que ninguna persona por su creencia, orientación política o tendencia sexual vuelva a tener que tomar una maleta y huir o en el peor de los casos, morir por ello. Los presentes no somos responsable del pasado, pero si del futuro, por ello no dejemos que conmemoraciones como estas no sean tomado en cuenta, con el fin, de que no se vuelvan a repetir un genocidio de similares características que aviven los fantasmas del pasado.