LINDA BUCAY/UMBRAL

Además del trabajo en el área de prevención, de las conferencias, carteles y alcoholímetros en eventos, de los diplomados y la presencia en redes sociales y medios comunitarios, Umbral cuenta con un área que muchas veces no se menciona: la de tratamiento. Existe un grupo de personas que atienden una línea telefónica de atención personal y confidencial para quienes llamen a pedir ayuda; ya sea para ellos mismos, para sus hijos, sus amigos… Pero ¿Quién atiende esta línea?

El área de tratamiento está formada por adictos en recuperación: “Ya van a ser 23 años que dejé de consumir y 7 años que trabajo en Umbral, ayudando a quienes sufren por las adicciones. Cuando llegan a mí, me siento comprometido por el caso; siento que los conozco e intento meterme en su problema, en sus sentimientos. Lo que más me preocupa no es la sustancia que usa, cada cuándo o con quién, sino cómo se siente”. Nos dice David, uno de los encargados de esta área:

“Recibimos de 3 a 4 llamadas diarias, a veces más y a veces menos… Ya sea para pedir ayuda, consejo, seguimiento… Lo más importante es no juzgarlos, sino escucharlos. Yo sé que la adicción es una enfermedad y no tiene que ver con ser mala o buena persona como la gente piensa. A las familias y al adicto les da mucho miedo aceptar que tienen un problema, les da pena que los demás se enteren. Lo ocultan hasta que las cosas llegan al límite y se revientan.

A veces basta con una llamada o dos para cerrar una cita. Pero a veces pasa muchísimo tiempo, hasta años después de la primera llamada. Muchos regresan mal, arrepentidos por no haber tomado el tratamiento a tiempo, antes de que el daño llegue a afectar tan profundamente todas las áreas de su vida.

El adicto no es culpable de tener una enfermedad, pero sí responsable de tratarla. Se requiere de mucha fuerza para pedir ayuda. Cuesta mucho trabajo tomar la decisión, ya que por lo general en el momento en que nos buscan, ya se acumuló mucho dolor. Otras veces, ya sucedió un evento muy fuerte que les hizo tocar su fondo o ya no pueden funcionar; su casa, su trabajo o su cuerpo ya no aguantaron.

Muchas veces nos busca la familia, angustiada porque el adicto no quiere la ayuda. A veces trabajamos primero con ellos; nuestros especialistas les preparan para que conozcan y entiendan la enfermedad, para que puedan empezar a poner límites, a sentirse mejor y a saber cómo ayudar al enfermo.

A mí, que estuve en esa situación, me ha dado mucha fuerza hacer consciente al adicto y a su familia, apoyarlos para que ambas partes tomen las riendas de su vida; uno tratando su adicción y el otro su codependencia. Es muy bonito ver que las familias dejan de echar toda la culpa al adicto y comienzan a fijarse en ellas mismas. Pues todos tienen que trabajar para ir por la misma línea.

Existe el uso y abuso de la sustancia; no todo es adicción. Pero no somos nosotros quienes lo determinamos; trabajamos con psicólogos y psiquiatras especialistas en el tema, que se reúnen en nuestras oficinas de forma confidencial con el paciente para hacer evaluaciones y ver en qué situación se encuentra. Ellos son los que determinan si tiene o no una adicción.
Después le ofrecemos alternativas para la ayuda, y si no puede pagar el tratamiento, salimos a buscar fondos para que no se quede sin ella. Para que nadie se quede sin ella.

Nuestro trabajo es acompañarlo en el tratamiento, darle confianza para que sepa que va en el camino correcto, hasta que tome conciencia y responsabilidad por estar mejor. Cuando el adicto toma responsabilidad por sí mismo y busca bienestar, ya es como yo, vive por estar bien día a día: Sólo por hoy.

Para mí, la recuperación ha sido un regalo de Dios. Me dio valor para vivir y satisfacción por disfrutar más a mi familia y mis cosas.
Cuando necesitaba ayuda y no la encontraba, me sentía solo y como si fuera un criminal. Descansé cuando pude tratarme y logré acariciar mi alma. Eso es lo que quiere un adicto, que alguien crea en él o en ella, en que es capaz de tratarse, de construir una nueva vida y reparar el daño que ha causado.

Cuando salí y estuve limpio, decidí hacer todo lo posible por que nadie se quede sin ayuda, sin un tratamiento profesional o una nueva oportunidad de sentir.
En estos 7 años que llevo trabajando en Umbral, he visto más de 100 personas en recuperación que llevan una vida digna y sana. Que salen y viven en armonía con sus familias. Que ayudan a otra gente, como dice el último de los doce pasos.

He visto también en estos años a muchos que no buscan ni aceptan tratamiento; algunos han muerto y otros viven una vida miserable, llena de culpa, tristeza y sufrimiento. Porque eso es la adicción. Pero es importante que sepan, recordarles que tiene solución.
Muchos llaman con miedo y otros no se atreven a hacerlo. Lo más importante es que sepan que la recuperación es más simple de lo que parece, sólo hay que dejarse llevar.

Agradezco todo el amor y esfuerzo de quienes trabajamos en Umbral, y principalmente todo el cariño que recibo, la identificación y enseñanza de todos con quienes hemos ido de la mano hacia el camino de su recuperación.

Lo importante es que sepan que aquí estamos, listos para escuchar lo que tan bien entendemos, dispuestos a ayudar: 13241082.”

En Umbral la puerta está abierta.
Oficinas: 52450595
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