SALOMÓN LEWY EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

A decir verdad, me parece una buena idea. En esta ocasión voy a mezclar todo tipo de expresiones, algunas no muy finas. Habrán de disculpar.

Para empezar, creo que es la buena onda.¿Por qué? Porque ya estoy hasta la coronilla de ver y sentir los efectos de la actuación de los “machitos”. A cada paso, todos los días, vemos y sentimos las consecuencias de decisiones arbitrarias, basadas en quién sabe cuáles ideas atávicas, ansiosas de notoriedad y de cierto sentido de superioridad por parte de hombres que se suben a un ladrillo y se marean.

Vayamos a la Historia. En los tiempos de la Revolución mexicana, los hombres iban por delante a romperse el alma, pero detrás de ellos, a pie, cargando sus criaturas y algo de vituallas, venían las mujeres. Como todo en la política, hoy en día y desde hace años se idealiza a las famosas adelitas, pero la verdad es otra muy distinta. Esas mujeres eran más leales y decididas que sus parejas masculinas. Su estoicismo es algo a lo que nunca se cantó. Es más, se ha ignorado por propósito o tontería. Las “viejas” servían para todo, y cuando escribo “todo” échenle imaginación.

Hay por ahí una foto de Agustín Casasola en la que una adelita va en el estribo de un tren mirando hacia delante, seria y retadora, con su rebozo ondeando al aire. Eso es lo que los machitos quieren vender. La realidad es otra y muy distinta: “La mujer debe ser como la escopeta: cargada y en el rincón”.

Otra consideración es la estructura social. La misma Historia nos relata que, tradicionalmente, la mujer en nuestra sociedad ha ocupado un lugar en la retaguardia, desde tiempos anteriores a la Conquista y más durante la Colonia. Casa y familia eran sus ámbitos de desarrollo. No víctima, pero sí personaje utilitario.

Nuestro cinismo masculino ha llegado a alturas risibles. Hemos inventado frases para obstruir la visión a la verdad.”Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, por ejemplo. ¡No me hagan reír!
A partir de los años sesenta del siglo pasado se comenzó a gestar un cambio importante, tanto social como mental. No me refiero a la malhadada “liberación femenina” que confundió lo moral con la necesidad real de las mujeres de contar y ser contadas.( Se me dirá que ya con anterioridad se había otorgado el derecho de voto a las mujeres. ¡Caray, qué maravilla!).

Me refiero a la necesidad de enfrentar las realidades económicas y a la estructura social. En la primera, “ya no alcanza la lana”, así que, ni modo, la vieja tiene que chambear. En la segunda: ¿Sabían ustedes que más de la mitad de los hogares mexicanos son encabezados, administrados, mantenidos por mujeres? Desde la señora de las quesadillas hasta la directora de la gran empresa .

Sí, existen resabios y rezagos. La estadística dice que todavía los sueldos de los hombres son mayores que los de las mujeres en los mismos puestos. ¡Aguas! Estoy hablando de México.
Estos considerandos, escritos así, a las volandas, son sólo una pequeña tesis de las proporciones y posibilidades de tener una Presidenta.

Ahora bien: ¿De quién estoy hablando?

De una mujer que saltó de la oscuridad. ¿Quién era Josefina Vázquez Mota antes de contribuir a la coordinación de la campaña presidencial de nuestro actual Presidente? No hay muchos que me puedan contestar.

Trabajó intensamente en la promoción del voto para FCH. En ese entonces nadie daba un cacahuate por éste. Sí, dentro de su partido había sido líder, pero ninguno le veía espolones para gallo.

Sorprendentemente resultó el candidato a la Presidencia por el PAN, y de la misma sorprendente manera resultó electo a la Presidencia. Sus contrincantes eran Madrazo – PRI – descalificado de antemano y López Obrador – PRD y adláteres – “peligro para México”.

Por un 0.56% de los votos- más o menos un cuarto de millón – Calderón ganó.

La labor de Josefina y sus colaboradores dio resultados. Ya en el anterior régimen había colaborado con Vicente Fox. Tenía antecedentes de haber trabajado para la iniciativa privada de modo destacado, sobre todo en organizaciones patronales, pero con FCH funcionó de manera muy eficiente, tanto así que éste la nombró Secretaria de Educación. La neta es que no pudo con Elba Esther Gordillo y optó por conseguir una diputación plurinominal, llegando a ser líder de su “bancada”. Desde ahí construyó su proyecto.

Los diversos comentaristas políticos, como era de esperarse, no el arriendan ninguna ganancia, no sólo por su estatura como funcionaria y aspirante, sino a las claras se ve la razón: es mujer.
Pero vayamos adentrándonos en el tema de las elecciones. ¿Quiénes son los otros candidatos?
Por el PRI un exgobernador del Estado de México, producto de lo que los mexicanos conocemos como el grupo Atlacomulco, importante maquinaria política que desde tiempos del Presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) ha funcionado “poniendo y quitando reyes”. Enrique Peña Nieto es producto de ese organismo. Tiene a su favor las cadenas de televisión, los medios y…la conveniente “cargada”, así como toda la poderosa parafernalia de su partido, el PRI.

Por el PRD y sus adláteres nuevamente encontramos a Andrés Manuel López Obrador, un político sagaz, revanchista, demagogo y de gran arrastre entre quienes reclaman que “nunca nadie nos da nada”.
Enfrentada a estos dos, Josefina Vázquez Mota no tiene, aparentemente, nada con qué hacerles frente y, para remate, es mujer.

Pues sí, es cierto, pero sinceramente: ¿Creen ustedes que alguno de los otros dos tenga los redaños y la capacidad para ser presidente de nuestro México?

Pensamos que sería un viento fresco en la vida política de México la elección de una mujer. Dejemos a un lado que nadie puede que un paquete de ese tamaño, por lo que creemos es fundamental rodearse de gente competente en puestos decisivos. Ni Peña ni López ni nadie podrá desempeñar la labor presidencial sin buenos gestores y ejecutivos aptos.

Lo hemos atestiguado en todos los gobiernos del País, principalmente en el D.F. ¡Qué desorden, cuánta anarquía, qué falta de planeación y sentido común! Y la corrupción…

JVM puede, si se le da llegar a la Presidencia, acudir a gente capacitada para asesorarse y cumplir con su trabajo sin mediar compromisos con los “machitos”. Imagínense: la primera Jefa Nata del Ejército y ¿por qué no? Golda, Merkel, Aquino y tantas otras en América, Asia y África han hecho un papel magnífico durante sus gobiernos.¿Han tenido fallas? Por supuesto, y graves, pero han sido más sus aciertos. ¿A quién de ellas se ha acusado de corrupción?

¡Ah, nuestra mentalidad hispano-mexicana! ¡Cómo! ¿Una jefa mujer?

En mi casa mando yo, que soy el hombre.

Sí, mano, pero ¿Qué has logrado a lo largo de todos estos años? ¿Qué han conseguido tus congéneres además de reverencias y lambisconerías?

Las decisiones que han tomado en asuntos fundamentales no han ido más allá del relumbrón momentáneo, aún llenando las primeras planas de los medios.

El voto es libre y secreto, dice la Ley. El mío va “pa’la “vieja”. Y ya que estamos en ésas, me sería muy grato que esta desmadejada ciudad de México fuese gobernada por una mujer, sea del partido que sea.