MAY SAMRA/ IMAGEN DAVID

Uno descubrió la fórmula E=MC3 y cambió el mundo. Otro puso las bases del psicoanálisis y otro más fue el verdadero “Padre de la Revolución”. Y se sabe muy poco de sus vidas “amorosas”. Aquí investigamos los romances de algunos (as) de los judíos más famosos del siglo XX.

Morris y Golda Meir:

“Habrá paz… cuando los árabes amen a sus hijos más de los que odian a los judíos.”

Golde Marcovich, quién más tarde sería llamada “la abuela de Israel” era hija de un carpintero y sus primero recuerdos eran de su padre clavando tablas en la puerta de su hogar, para asegurarlo contra uno de los pogroms de la Rusia zarista.

Más adelante, Golda y sus hermanas siguieron a su padre a Milwaukee, en los Estados Unidos. Golda quería ser maestra, pero su padre se opuso, por lo que ella decidió escapar de su casa hacia Denver, Colorado, donde vivía su hermana casada. Allí conoció a Morris Meyerson (quien al emigrar a Israel lo redujo a Meir), pintor de carteles, amante de la poesía, la música y la historia, por lo que no compartía la pasión de su esposa por el sionismo.

En diciembre de 1917, Golda se casó con Meyerson –con la condición de que ambos se trasladaran a Israel-. En 1920, lo convenció para ir a vivir al kibutz Meraviá, uno de los lugares más siniestros y vulnerables de  Palestina.

Golda intentó ser una “ama de casa feliz” y durante cuatro años se dedicó de lleno a  su hogar, cuando nacieron sus dos hijos: Menahem y Sara, pero se dio cuenta de que ello no le bastaba para llenar sus expectativas de vida, y se sintió presa de la pobreza y de las labores del hogar.

En 1928, Golda se trasladó a Tel Aviv en contra de los deseos de su esposo y comenzó a laborar en la Histadrut. Fue ahí donde  finalmente la pareja se separó de forma amistosa, ya que toda la familia continuaba reuniéndose siempre en Shabat. Diez años después se divorciaron, aunque ella nunca le reprochó nada a su marido, más bien se culpó a ella misma, diciendo: “en el trabajo piensas en los hijos que dejaste en casa, en casa piensas en tu trabajo. La lucha está en ti; tu corazón está rentado”. Ambos mantuvieron una buena relación aún luego de divorciados, ya que Morris comprendió que, para Golda, era una necesidad vital apoyar la causa sionista y judía.

Albert y Mileva Einstein… y Margarita Korencova (la “espía rusa”)

“La física no era todo en la vida de Einstein” – dice Overbye, biógrafo de Einstein y autor del libro “Einstein enamorado” – “Vivió en la tierra con estómago y corazón.”

Albert era un joven a quien le gustaba caminar, tocar el violín y contar chistes colorados.

Su primera esposa fue Mileva Maric, estudiante del Politécnico de Zurich. Albert y Mileva tuvieron una hija fuera del matrimonio que fue dada en adopción.

Su segundo matrimonio fue con su prima Elsa, de quien se rumoró que fue tratada como una sirvienta por Albert.

Un aspecto desconocido del físico, fue una aventura que tuvo con Margarita Korencova, una mujer rusa que conoció en Nueva York, en 1945. Después de la muerte de Einstein se supo que Korencova era una espía a sueldo del gobierno soviético, cuya misión consistía en presentar científicos americanos al Vice-Cónsul soviético en Nueva york.

En 1998, las cartas de Einstein a “la espía rusa” fueron subastadas en Sotheby´s. Son nueve cartas escritas en 1946, de estilo apasionado.

Las cartas “decepcionaron” a su dueño, ya que solamente se recaudaron por ellas 108.000 dólares, a diferencia de su “Tratado sobre la Relatividad”, vendido en 5 millones-, así como las cartas a su esposa vendidas en 900,000 dólares.

 

Sigmund y Martha Freud.

“Salud mental significa la habilidad de amar y de trabajar.”

Freud llamó al género femenino como el “sexo tierno”. Opinaba que las mujeres estaban destinadas al hogar y a la crianza de los hijos, pero no confiaba en sus habilidades en otros campos.

Freud se enamoró de quien sería su esposa, Martha Bernays, a primera vista. En sus cartas de amos le llama “mi niña pequeña”, “mi princesa” o “mi mujercita”. Su compromiso duró como cuatro años y le preocupaba quererla más que ella a él.

En 1960 escribe: “Creo de verdad que siempre te he amado más que tú a mí… Te he forzado a amarme y me aceptaste sin mucho afecto”. Antes de su matrimonio idealizó a Martha, escribiéndole sin cesar.

Escribe a Martha, describiendo en contenido de un hogar feliz: estufa, mesas, sillas, camas, un reloj y tapetes, “para ayudar a que el hogar esté limpio… Habrá tanto que gozar, los libros y la mesa de coser y la lámpara… y todo debe ser ordenado porque si no, el ama de casa –quien dividió su corazón en pedazos: uno para cada pieza del mobiliario-, podría sentirse perdida”.

En otra carta, Freud se quejó con Martha de que no tenía control sobre ella; “Eres dura y reservada y no tengo poder sobre ti”. Sin embargo, después del matrimonio, el papel de Martha fue delineado: limpiaba la casa, preparaba los alimentos, veía por los niños (con los cuales Freud convivía muy poco tiempo), pagaba las facturas y preparaba la colación en las juntas de la “Sociedad psicológica de los miércoles”, que se realizaba en casa de Freud.

Freud tuvo seis hijos: Matilde, Jean Martín  (por Charcot), Oliver (por Oliverio Cromwell, héroe de Freud), Ernst, Sophie y Anna (precursora de la psiquiatría infantil). Le escribió a Martha más de 900 cartas de amor, cuya mayoría rebasaba las 12 hojas.

Aun así, hacia finales de su vida, aún se preguntaba: “¿Qué quieren las mujeres?”

Las mujeres de Franz Kafka:

“Si me enamoro, será de un mundo donde yo no pueda vivir…”

Milena Jesenka, fue una mujer casada, que tradujo las obras de Kafka. Se escribieron, se vieron, pero Kafka no pudo sostener la relación.

Gert Wasner tenía 18 años cuando conoció a Kafka en un hospital en Riva, Italia y sólo convivieron durante diez días. Sin embargo, él la describe como: “una de las pocas mujeres con quien tuve intimidad verdadera”.

Felice Baur, conoció a Franz el 13 de agosto de 1912 en casa de su amigo Max Brod, siendo ella su asistente secretarial en Berlín. El 20 de septiembre, él comienza a escribirle cartas , idealizándola, ya que estaba lejos. Se encontraron hasta la primavera de 1913 y aunque algunas fuentes revelan que Kafka no quería a Felice, él quería demostrar a su padre que era “normal” y que quería fundar una familia.

Al mismo tiempo, él conoce a una mujer suiza y sale con Anette Bloch, amiga de Felice.

El 21 de abril de 1914, Franz y Felice anunciaron su compromiso, pero nunca se casaron.

Dora Diamant fue una judía polaca y ortodoxa, que a los 19 años se trasladó con Franz a Berlín. Kafka gozaba de su compañía y se rumora que estaban muy enamorados.

Viajaron juntos el último año de vida del escritor y en esa época, Kafka se mostró tan feliz, que pidió a Dora destruir sus antiguos escritos.

El 10 de abril de 1924. Dora internó a Kafka en un sanatorio, quedándose con él hasta el momento de su muerte.

León Trotsky y sus mujeres:

“En las raras ocasiones en que trataba las mujeres, siempre se interesaba en ellas…”

(Deutscher, biógrafo de Trotsky)

Su verdadero nombre era Lev Davidovich Bronstein y adoptó su alias por un carcelero llamado Trotsky. Fue el verdadero líder de la Revolución Rusa, fundador del Ejército Rojo y del primer periódico, Pravda.

Estuvo enamorado de su causa y así conoció a Alexandra Luovna, quien era miembro destacado del Sindicato de Obreros de Rusia septentrional.

Se casó con ella en la cárcel para poder seguir trabajando, a pesar de las circunstancias. Así describe León el evento: “Su lealtad y su completa falta de ambición personal, le daba autoridad moral incontestada. La labor que juntos hacíamos nos unió y, por ellos, para que no nos pudieran separar, fuimos casados en una cárcel de Moscú”.

Trotsky tuvo dos hijas con Alexandra lo acompañaba haciéndose cargo de las niñas. Cuando Trotsky vacilaba al ver las condiciones de vida de sus hijos, su esposa lo regresaba a su labor diciéndole: “¡Es tu deber!”. Al tomar la decisión de escapar a Siberia, Alexandra escondió su partida a la policía, lo que hizo que la desterraran. Tras este episodio, escribe el líder ruso: “la vida nos separó, pero nada pudo contra nuestra amistad y nuestra afinidad intelectual”.

En 1904, Trotsky conoció en París a Natalia Sedova, quien se convierte en su segunda esposa y su biógrafa. En febrero de 1907, se escapó a Viena y tuvieron dos hijos: León y Sergei.

Muchos de los biógrafos de Davidovich concuerdan con que uno de los grandes amores de Trotsky fue Frida Kahlo, esposa de Diego Rivera. Él contaba con 57 años y Frida: con 27, poseía una belleza muy particular. Se sabe que tuvieron un romance por las cartas existentes que Frida le envió a León, las que fueron quemadas por Emma Goldberg, amiga de  la pintora.

La segunda esposa de Trotsky le escribió, una carta ofreciéndole el divorcio al enterarse de su aventura mexicana, ya que no quería que ningún obstáculo se interpusiera en su felicidad.

León le contestó asegurándole que ella era el verdadero amor de su vida. Fue perdonado y, poco después, asesinado. Queda de éste romance un cuadro de Frida titulado “Entre cortinas auto retrato dedicado a León Trotsky”. En éste cuadro Frida posa con un ramo de flores en una mano y una carta en la otra en la que se puede leer: “Para León Trotsly con todo mi amor le dedico este cuadro el 7 de noviembre de 1927”. Frida Kahlo fue arrestada y liberada tras el asesinato de Trotsky y en una de sus frecuentes bromas decía que había invitado a Trotsky a tiempo para ser asesinado.

Marc y Bella Chagall

 

“Sólo el amor me interesa y solamente estoy en contacto con lo que se relaciona con el amor”

Marc Chagall nació en el seno de una familia jasídica de escasos recursos en Bielorrusia. Conoció a Bella Rosenfeld a finales del verano de 1909, en casa de Teja Brachmann, amiga de ambos. Bella escribió más tarde “Me sorprendieron sus ojos tan azules como el cielo, diferente a los demás: oblicuos como almendras. Nunca vi ojos así, más que en ilustraciones sobre cuentos de bestias. Su boca estaba entreabierta, como queriendo decir algo… quizá morder con sus bellos dientes blancos, y se acercó a mi. Bajo los ojos son decir nada; solamente sentimos latir nuestros corazones… La cara de él vive en mi como un segundo ego, su voz en mis oídos…”

Se casaron en julio de 1915 y la pintó en muchos cuadros, entre ellos el famoso “Amantes Azules” y “La Boda”. En 1916 tuvieron una hija llamada Ida.

La mujer de los cuadros de Chagall representa la base de la familia, es siempre majestuosa y parece proteger a los demás miembros de la familia.

Cuando en 1930 el pintor ya era famoso internacionalmente, los alemanes iban subiendo al poder. En 1933 el general nazi Goebbels ordenó la quema de Francia y luego de los Estados Unidos, esto debido a la invasión alemana en Francia.

En 1944, antes del fin de la guerra, Bella murió repentinamente, dejando consternado al artista quien dejó de pintar durante largos meses. En este tiempo conoció a Virginia Haggard, con quien tuvo un hijo, que fue quien lo sacó de su depresión y lo devolvió al mundo del arte. En 1947 regresó al sur de Francia, donde conoció a Valentina Brodsky (Vava), con quien se casó en 1952.

 

David y Paula Ben Gurión

“No te quería dar felicidad pequeña y barata, sino felicidad grandiosa, santa, humana… que sólo se compra con tormento y sufrimiento”

Su nombre era David Gruen, pero lo cambió a Ben Gurión (hijo del león). Fue el sexto hijo de Avigdor y Shao Gruen, ciudadanos de Flonsk, Polonia y es considerado como el arquitecto del nacimiento del Estado de ISrael.

Lo momentos más importantes de la vida de Ben Gurión, se fusionaron con el destino histórico del pueblo judío. Por ejemplo, la captura de Palestina por los ingleses sucede en septiembre de 1918, cuando su hija está a punto de nacer. “Grandes cambios que nos reunirán mucho antes de lo que imaginaba se están llevando a cabo. Un país ya ha sido liberado en una mañana grandiosa y libre para nuestro pueblo. Está amaneciendo sobre las colinas de Judea y Galilea: el nacimiento de nuestra hija está aconteciendo en un momento feliz, cuando nuestra tierra ha sido redimida…”

David conoció a Paula Munweiss, enfermera y miembro de Poalé Tzión, en una casa de su amigo Samuel Gonchak en Nueva York. En diciembre de 1917, David y Paula se casaron en los Estados Unidos y en mayo del año siguiente, él partió a Palestina, donde se alistó en la legión judía del ejército británico. Paula lo vio irse cuando llevaba cinco meses de embarazo, volviéndose a encontrar en noviembre de 1919, cuando Paula le anunció el nacimiento de su hija, diciéndole que se parecía a él y era -a pesar de ello- muy bonita. Ben Gurión es aún más poético que su esposa, como se puede atestiguar en las cartas de amor que le enviaba ésta.

“Eres el único que extraño”-escribe el 1ro de junio de 1918- “y no encontraré nada tan precioso com o tú en el mundo entero… ni siquiera en la tierra de Israel”.

(Ben Gurión estaba dividido entre su amor por Paula y si deseo de construir el Estado judío). “Te he dejado, mi queridísima” -expresó el 15 de junio de 1918. “no porque no te amo lo suficiente. Hice lo que ten que hacer también por ti y te prometo, querida Paula, que el tiempo llegará -no muy lejos-, en el que también tú lo sentirás y comprenderás. Entonces te darás cuenta de que la cosa más grandiosa que puedo hacer por ti es decirte adiós y ser voluntario a la legión, dejándote con tu hijo neonatos irme a la guerra, porque lo que hice santificará nuestro amor y preparará el camino de nuestra felicidad..”

Paula temía llevar a su hija recién nacida a Eretz Israel y en una carta de 1919, Ben Gurión le dice: “¿Te preocupa no encontrar leche y huecos aquí? Querida Paula, ¿Crees que traería aquí a mi hija para hacerla sufrir? Le daré tanto huevo y tanta leche, que podrás bañarla con eso, si te apetece-. Te prometo, Paula que Gueúla tendrá aquí´todo lo que tiene en Brooklyn y en el Bronx, por lo menos hasta que quiera ir al Metropolitan Opera…”

Su siguiente separación sucede entre 1935 y 1939, cuando Ben Gurión se traslada a Europa, especialmente a Londres, desde donde escribió:

“Paula, la vida es difícil y mi vida en particular es muy dura… Estoy muy solo… Toda mi vida he estado solo, aunque tengo amigos y compañeros- Quizá mi naturaleza sea culpable de ello. Sin embargo, a veces, lo encuentro intolerable. Estoy solo y llevo un fardo pesado, a veces demasiado pesado. Sin embargo, lo llevo con amor y con todas mis fuerzas”.

A lo largo de la Segunda Guerra Mundial, Ben Gurión estaba decepcionado de lo sucesos, aunque siempre optimista por el sionismo. Escribió a Paula en octubre de 1938: “los tiempos que estamos viviendo son de política de poder. Los valores morales ya no tienen fuerza, los oídos de los líderes están cerrados y sólo escuchan el ruido de los cañones y los judíos de la diáspora no tienen cañones.

Si D-os no lo quiera, nos traicionan como a los checos, habrá solamente una propuesta sobre la cual podemos contar: la misma comunidad judeo palestina…”

David y Paula tuvieron tres hijos: Gueúla, Amos y Renana. Paula murió en 1968 y Ben Gurión en 1973. Fueron incinerados juntos en Midrshet Ben Gurión, cerca de su Kibutz en Sdé Boker, en el Néguev.