EL UNIVERSAL/ Cuando esgrimen la ficticia y manida frase que la izquierda no es antisemita, basta recordar tres episodios ocurridos en enero de este año para desterrar todo intento de justificarse, argumentando que no hay nada contra los judíos, solo “critican” las políticas de Israel.

Fue público que un Ministro, al descalificar informaciones comprometedoras transmitidas por una cadena de televisión extranjera, señaló a su dueño: “está en manos de un hombre ultrarreaccionario, de origen judío, empresario que está en contra de Latinoamérica… “. No sabemos si ello es cierto, pero qué tiene que ver su religión; nunca vimos acusar a nadie por ser católico o budista.

A fines de mes, muchos fueron testigos en la abarrotada emergencia de una clínica de Caracas, que por falta de atención inmediata, una persona amenazó, blandiendo de forma abusiva, el ser Diputado. Un médico le solicitó paciencia; el falso Diputado al ver que tenía un solideo, le gritó: “yo no trato con judíos”.

En su edición del 28 de enero, el semanario Kikirikí, que se autodefine por sus “53 años siendo el periódico decano de los medios revolucionarios”, publicó un montaje colocándole a uno de los candidatos opositores, una estrella de David y aprovechando sus orígenes judíos, aseguró que por él votarán los “judíos millonarios”.

Después de los sucesos de abril de 2002, periódicamente señalan a Capriles de ser agente del Mossad. Cuando corrió para la gobernación de Miranda, hubo numerosos ar- tículos con múltiples acusaciones sin pruebas, siempre utilizando su condición de descendiente de judíos. Hasta indicaron que era de la estirpe de quienes mataron a Jesús. Con su triunfo como candidato presidencial, observamos un incremento de las agresiones antijudías.