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El régimen norcoreano se ha comprometido a dejar de enriquecer uranio y a suspender sus ensayos con armas nucleares. Así lo confirmaron este miércoles las autoridades de Estados Unidos, que presentaron la decisión como parte de un acuerdo por el cual Corea del Norte recibirá 240.000 toneladas de comida para aliviar la hambruna del país. El acuerdo se produce dos meses después de la muerte de Kim Jong-Il y del ascenso al liderazgo de su hijo Kim Jong-Un.

El Departamento de Estado calificó la noticia como “importante pero limitada” y explicó que es el fruto de las negociaciones que se ultimaron hace unos días en Pekín.

Corea del Norte se compromete a suspender unos ensayos nucleares que habían despertado suspicacias en los Gobiernos de Japón y Corea del Sur y acuerda permitir el retorno a la central de Yongbyon de los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), a los que el régimen expulsó del país al inicio de la década.

“A Estados Unidos aún le preocupa profundamente la conducta del régimen norcoreano en distintas áreas”, explica el comunicado oficial de la portavoz estadounidense Victoria Nuland, “pero el anuncio refleja un progreso importante pero limitado en algunas de esas áreas”.

Desafíos y amenazas

El régimen lleva años jugando al escondite con la comunidad internacional. Bill Clinton amenazó con bombardear el país en 1994 y renunció después de llegar a un acuerdo según el cual el país congelaba su programa nuclear. El entonces líder norcoreano Kim Jong-Il no cumplió el acuerdo y George W. Bush lo situó en 2002 junto a Irán e Irak en el Eje del Mal: el tridente de países que según Washington suponían una amenaza en la resaca de los atentados del 11 de Septiembre.

Desde entonces, el régimen se ha ido apartando poco a poco de los controles internacionales. En 2003 expulsó a los inspectores de la central nuclear de Yongbyon y trasladó a un arsenal secreto unas 8.000 vainas de plutonio que, según los expertos, eran suficientes para producir cinco o seis bombas atómicas.

Pyongyang probó su primera arma nuclear el 9 de octubre de 2006. El alcance de la explosión indicó entonces que algo no iba bien. Pero el ensayo introdujo a Corea del Norte en el selecto club de países nucleares y desató una amplia condena internacional.

El régimen aceptó retomar las llamadas negociaciones a seis bandas en una mesa que incluía a EEUU, China, Rusia, Japón y Corea del Sur. Pero rompió la baraja en diciembre de 2008 y llevó a cabo una segunda prueba nuclear el 25 de mayo de 2009.

Deshielo

Esa actitud propició la condena unánime del Consejo de Seguridad de la ONU y la imposición de nuevas sanciones que limitaron su margen de maniobra. No se percibió un cierto deshielo hasta octubre del año pasado, cuando EEUU y Corea del Norte reanudaron las negociaciones. Pero los primeros síntomas del acuerdo no llegaron hasta principios de enero de este año: unos días después de la muerte de Kim Jong-Il, que falleció el 17 de diciembre dejando la jefatura del Estado en manos de su hijo Kim Jong-Un.

Diplomáticos estadounidenses y norcoreanos se reunieron en Pekín justo antes de la muerte del dictador y mantuvieron contactos en la sede neoyorquina de la ONU hasta la reunión en la que se cerró el acuerdo.

El anuncio lo hicieron las autoridades estadounidenses y norcoreanas en un comunicado conjunto en el que Estados Unidos “reafirma que no tiene intenciones hostiles hacia Corea del Norte y está preparado para seguir los pasos necesarios para mejorar la relación bilateral en el espíritu del respeto mutuo por la igualdad y la soberanía”.