DAFNA OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Muchos darían cualquier cosa por tener el valor de vivir la vida siempre apegados a sus creencias y sus pasiones. Muchos dirán de aquellos que como tú lo hicieron que son unos locos, insensatos. Con la honestidad que sólo se encuentra en un niño, tus acciones y tus palabras expresaban, no lo que querías para ti, sino aquello que anhelabas profundamente para todos… La paz por la paz por la paz; la humanidad porque somos humanos y nos debemos amor; la tolerancia porque nadie tiene derecho sobre nadie y porque todos tienen el derecho a existir.

Y a pesar de los contratiempos, de las polémicas que alzabas a tu alrededor, de las personas que te llamaron loco, tu legado fue más allá de tus hijos y tu familia; alcanzaste mentes y corazones, destruiste demonios, construiste esperanzas y sembraste semillas que perduraran.

Tu lucha por la paz, por la convivencia armoniosa, por la utopía humana fue inmutable y quizá la razón por la que te fueras con tanta prisa, antes de que todos tus esfuerzos cayeran en los oídos sordos que no quisieron escuchar desde el principio.

Te recuerdo rodeado de un halo de amor, ese amor que sentías por la vida, por tu familia, por tu esposa (tu diosa), tus hijos (lo más preciado), tus amigos… El hombre intelectual que no dejaba de sonreír y reír a carcajadas, y que a todos engañaba con la facha de chico rebelde de jeans y chamarra de cuero. Para mí, un maestro, un alentador, un gran amigo.

Te fuiste pronto; nos dejaste con ganas de más; pero sabemos que dejaste tu empresa terminada. El judío que quiso perdonar al enemigo para empezar de cero a crear la paz; el sionista que trabajó la tierra; el psiquiatra que quería ayudar; el escritor que habló; el humanista que abrazó.

Querido Bill: lo que el mundo necesita es más gente como tú.