La edición 2011 del Premio Manuel Levinsky, otorgado anualmente por la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México, se llevó a cabo este domingo 18 de marzo en el Centro Deportivo Israelita, siendo laureados la Dra Shulamit Goldsmit, catedrática y escritora; y el Sr Bedrich Steiner, columnista, sobreviviente del Holocausto y miembro de la Asociación. Presentes en el panel estaban el Lic. Jacobo Contentes, el Lic. André Moussali y el Lic. Manuel Taifeld, mientras que la Sra Becky Rubinstein fungió como Presidenta del Jurado de dicha presea.

Éstas son las palabras de May Samra, Presidenta de APEIM.

“Amigos todos

A iniciar estas palabras, les iba a pedir un minuto de silencio

Silencio por ellos. Silencio, porque “ellos” mueren. Mueren en Israel, Siria, Sudán, Marruecos. En Sderot, por misiles de Gaza; en Siria, por las balas de su propio presidente; en Sudán, por hambre; en Marruecos, por suicidio, porque a las mujeres se les obliga a casarse con sus violadores.

Los muertos del periódico, los muertos de la tele, son números, hasta causan hastío: ¡Otra vez, Assad asesina en Homs! ¡Otra vez los israelíes quejándose de que misiles palestinos les caen en la cabeza! ¡Otra mujer violada en Irán, en Egipto, en Juárez!

Qué, ¿no se pueden acostumbrar? ¡Que callen!

Estos muertos, estas injusticias, estas mujeres violadas, servidos con el café, simplemente arruinan nuestro desayuno. Muchos aconsejan dejar de leer el periódico: es más benéfico para tu salud mental. Mejor ignorancia; mejor indiferencia; mejor silencio.

Silencio, ¿es lo que se merecen? Por ellos, no podemos pedir silencio. Porque, para una víctima, el silencio es peor que la muerte. Siria, Sudán, Marruecos: el mundo calla.

El mundo calla.

Entonces llegan estos seres molestos que son los escritores y periodistas. Ellos quieren ser el hambriento, el muerto, la mujer violada. Quieren grita a todos los vientos que algo debe hacerse. Tienen alguna necesidad imperiosa de llamar la atención. Acusan. Señalan. Son testigos. Peor aún, al hacer que te enteres, te vuelven cómplice. Nadie está a salvo de ellos, ni siquiera ellos mismos. Por su culpa, en ningún lado hay inmunidad. Ni para el culpable, ni para ti.

Te vuelven cómplice, te vuelven responsable. La responsabilidad para lo demás, ¿dónde habíamos escuchado este concepto? ¿Acaso soy responsable por mi hermano? decía, en uno de los libros más leídos de la tierra, uno de sus primeros habitantes. La respuesta del judaísmo es clara: eres responsable y es tu responsabilidad reparar el tejido roto del mundo.

Hablando y actuando.

Hablar es un mandato muy judío. En el “Shema Israel” decimos: “Y les hablarás a tus hijos”.

Para los judíos, el silencio debe ser ensordecedor, simplemente ensordecedor, insoportablemente ensordecedor. Porque fue en silencio que seis millones de seres humanos se formaron en fila ante un cuarto donde salieron en forma de ceniza. Porque, con una bala en el mejor de los casos, se silenció a las madres a quienes sus hijos les fueron arrebatados. Porque el silencio del mundo ha acompañado el dolor del judío a través de los siglos, y hoy acompaña a Israel, el Estado judío. Un silencio que algunos confunden con el silencio de Dios.

Es el mismo silencio que permite que, 60 años después del Holocausto, en la tribuna de la ONU, Irán se yergue delante de todas las naciones del mundo y declare que quiere aniquilar al Estado Judío.

Allí, no sólo hubo silencio. Hubo aplausos. Las mismas manos que aplauden los discursos de “Nunca jamás” del Día del Recuerdo de la ONU a las Víctimas del Holocausto, aplauden a Ahmadinejad.

Señoras y señores

Antiyer, unos rabinos estadounidenses ingresaron ilegalmente a la Embajada de Sudán, en protesta por el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte del dictador que rige este país. Ante las cámaras del mundo entero, fueron esposados y arrestados. Pero no callaron. El rabino David Saperstein dijo: “Sabemos mejor que nadie lo que sucede si la gente calla cuando inocentes mueren”.

Bedrich Steiner no calla. El otro día, le pregunté a su esposa, cuando iban a salir de una conferencia en la Monte Sinaí hacia un pesado viaje a Monterrey: ¿Estás cansada? Me respondió: “Mientras él no se canse, yo estoy con él”.

Shulamit Goldsmit no calla. Ha defendido a la Comunidad en los diarios nacionales y los foros de la Academia en México. Ante la muerte de iddish, organiza cursos en este idioma, en un intento para revivirlo.

APEIM , la Asociación de Escritores y Periodistas Israelitas de México, no calla. El primer sábado de cada mes, celebramos nuestra reunión en Polanco. Allí, las mentes más privilegiadas de la Comunidad Judía escuchan y hablan, retroalimentándose, en un espíritu de fraternidad. Invitamos a escritores y periodistas a unirse a nosotros en esta prestigiosa Asociación.

Es mi profunda convicción que todos sabemos cuando lo que sucede a nuestro alrededor está mal. Les pido, escritores, periodistas, amas de casa, funcionarios, bomberos, astronautas, ciudadanos: no callen. Canten, griten, escriban, hablen, texteen, twitteen, mensajeen, whatsupeen, facebookeen (Por cierto, Shimon Peres acaba de decir “ We were the people of the book, we became the people of Facebook”), pero sigan el extraordinario mensaje del judaísmo: No calles frente al sufrimiento. No calles frente a la víctima, frente al hambriento, frente al solitario, frente al extranjero, frente a la viuda, frente al huérfano.

Porque el judío ha sido todos ellos.

No guardes silencio cuando “ellos”, los nuestros pero también los otros, mueren”.