ENRIQUE RIVERA PARA ENLACE JUDÍO

Cuando unas semanas atrás varios de nosotros llegamos con nuestros hijos, quienes nos jalaban como si fuésemos trineos en la nieve, tirados por Malamut o Siberian Husky y, de pronto encontramos cerradas las puertas de La Feria, convertida en Luna Park; la decepción, mezclada con un poco de tristeza, nos pegó un poco.

Pero, como bien lo señaló el Coordinador de este evento, Rubén Bross, “Hoy el piso está seco, las personas pueden caminar con más seguridad, no hay el peligro de que se resbalen y los juegos están secos: valió la pena retrasar este evento y no exponer a nadie innecesariamente”.

Para el Luna Park, la Feria brilló con todo su esplendor, como el rostro de los pequeños que disfrutaron todos y cada uno de los juegos a los cuales accedieron. Rostro que se veía aún más radiante cuando quien estaba a su lado no era su amiguito o compañero de viaje, sino su papá, su mamá o su hermano. Esto es lo que resalta el carácter familiar del Luna Park. El Presidente de la Organización Sionista Sefaradí y el Sr. Politi, miembro de esta institución, coincidieron en señalar que ver el rostro de los niños, llenos de felicidad al entrar, es lo que les impide decir: “Ahora sí, este año dejo el Luna Park”.

“Hace dos minutos entraron los niños de Kadima: la sonrisa de ellos, su felicidad, es un aliciente enorme”, subrayaron.

Por su parte, al entrevistar a algunos padres de familia, nos comentaron que la seguridad es uno de los mayores atractivos del Luna Park, que el sábado pasado llegó a su décimo quinto aniversario.

¡Felicidades por la gran felicidad que logran con este evento extraordinario!