PETER KATZ PARA ENLACE JUDÍO

El Papa Ratzinger, Benedicto XVI, debería pedir perdón todos los días por los crímenes cometidos ante D-os, crímenes de omisión, cometidos por su predecesor el Papa Pio XII. Por no haber hablado, por no haber hecho suyas las protestas por la masacre sistemática, planeada y llevada a acabo por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Crímenes contra la humanidad, pero especialmente contra el pueblo judío.

El Cardenal Eugenio Pacelli, posteriormente Papa Pio XII estaba en Berlín y firmó un “Concordato” con la Alemania Nazi en 1934. Ya se habían publicado las Leyes Raciales de Nuremberg. Pacelli sabia perfectamente de lo que era capaz Adolf Hitler, lo que había leído una y otra vez en su libro “Mein Kampf” publicado en 1926.

El Papa Ratzinger acaba de celebrar su cumpleaños 85 en Roma. Sacerdotes de la Curia romana, le llevaron un grupo de bailarines bávaros, que vestían “Lederhosen”, pantalones cortos de cuero. Él también había leído “Mein Kampf” cuando se adhirió a la “Hitlerjugend” en 1934.

De tal forma que ninguno de los dos Papas mencionados, puede alegar que no sabía lo que estaban haciendo los Einsatztruppen y los Sonderkomando, las tropas de élite especialmente adiestradas para matar a judíos.

Pio XII regresó a Berlín en 1934, ya estaban abiertos y operando los K.Z, los campos de concentración de Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen. Pio XII sabía lo que estaba sucediendo en Alemania. Sabía lo que estaba sucediendo en el resto de Europa. El Vaticano tenía instalados los mejores equipos de radio de onda corta, por las que se escuchaban reportes continuos sobre lo que pasaba en Polonia, en Ucrania y en Belarus. Las terribles noticias, llegaban puntualmente.

Los nazis no mataban solamente a judíos, si no a otras etnias y a su propia gente.

Los discapacitados, “arios” alojados en hospitales y clínicas privadas, fueron “eliminados” sistemáticamente. Arrestados, subidos a camiones de pasajeros que tenían el escape de Monóxido de Carbono, conectado a la cabina. En menos de 25 minutos ya no estaban vivos.

Gunter Grass, Premio Nobel de Literatura, escritor alemán, se afilió a la Waffen SS, a la edad de 17 años. Hoy a los 84 años de edad es un buen escritor alemán. Su obra traducida a muchos idiomas es leída en todo el mundo.

El Papa Ratzinger, electo por el Vaticano con el nombre de Benedicto XVI, se afilio a la “Hitlerjugend”, Organización Juvenil de la NSDAP, a la edad de 14 años.

¿Cuál es la diferencia? Ninguna.

Todos sabemos que en Alemania, entre 1933 y 1945, todos los brazos se levantaban, haciendo el saludo nacional socialista “Heil Hitler”. Desde el general Ludendorff 1933, jefe del Ejercito que había perdido la Primera Guerra Mundial, hasta los generales del Estado Mayor alojados en el “Bunker” en Berlín en 1945.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, de luminosa memoria, fue al Campo de Extermino de Auschwitz, se arrodilló, luego se postró ante el Muro de los Fusilados y pidió perdón.

Tanto el Papa Ratzinger como el escritor Gunter Grass deben de pedir perdón públicamente, ante la humanidad por los crímenes perpetrados.
No queremos gestos teatrales de ellos, pero sí queremos “Comitment”.

Comitment de hacer todo lo necesario para que el Holocausto no vuelva a suceder.