Artículo de diciembre de 2011

Max Daniel es un sobreviviente del Holocausto, quien comparte en exclusiva para enlacejudio.wpengine.com su historia de cómo logró sobrevivir al régimen nazi.

Max Daniel era un fuerte joven deportista de 70 kilogramos: recibió el citatorio para realizar trabajos forzados, pero los ignoró. Se arriesgó a que lo mataran, pero por “suerte”, fue transportado a Bergen-Belsen, un campo de concentración situado en Alemania. Gracias a su estado físico, en vez de ser seleccionado para hacer trabajos forzados, “logró” estar en un grupo donde los miembros eran canjeados por medicamentos y alimentos y enviados a Suiza.

Max Daniel nos comenta que no todos los alemanes eran nazis; había un grupo de exmilitares que no compartían la ideología nazi; gracias a ellos, los integrantes del campo de concentración recibían algún tipo de información sobre la guerra.

De nueva cuenta fueron subidos a un tren que transportaba soldados. Al llegar a Berlín, atacaron los Aliados el convoy. La lluvia de balas no se se hizo esperar. Tanto los nazis como los demás corrían hacia árboles para poderse proteger del ataque; una vez terminado, aquellos que habían logrado escapar se dieron cuenta de que no tenían adónde ir. ¿Cómo podrían esconderse en tal entorno? Para Max Daniel no quedó otra opción más que regresar al vagón voluntariamente. Sin embargo, aquel ataque representaba algo importante pues, por primera vez, los alemanes que estaban seguros de ganar la guerra eran contraatacados y ahora había esperanza de que, en algún momento, pudieran ganar los Aliados.

Los soviéticos llegaron y armaron un hospital, Max fue atendido médicamente por ellos, sin embargo, sin saber hablar ruso, no sabía qué le estaban haciendo con aquella jeringa kilométrica que insertaban en su espalda, él mismo se dio cuenta después de que estaban buscando agua en su pulmón. Logró escapar también del hospital ruso y llegó al consultorio de un doctor checo; ahí, en un espejo en el consultorio del doctor vio su reflejo, desgarrador. El médico no fue optimista, Max pesaba apenas 33 kilogramos, estuvo ahí 40 días y después lo trasladaron a Praga donde le dieron un documento de la Cruz Roja que le permitía identificarse.

En Praga tomó un tren que tardó 3 días para llegar a Budapest; sin embargo, por la escasez de lugares que había en el tren, él tuvo que ir en el techo dando la espalda a la locomotora con el peligro de golpearse contra algún puente; pero algo llamó la atención de este sobreviviente: conforme iba el tren avanzando, él podía ver los vestigios de aquel imperio nazi. Los edificios bombardeados marcaban la destrucción de aquel régimen que le había robado mucho, por lo que le provocó una alegría grande el ver que por fin había sido derrotado.

Max Daniel pertenece a pequeño grupo de personas que se encontraron en un campo de concentración con la edad suficiente como para entender lo que estaba sucediendo. Comenta que, aunque es una experiencia durísima, quiere transmitir esta experiencia entre judíos y gentiles porque es optimista y sabe que un gran futuro le depara a Israel.