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Algunos centenares de veteranos judíos de la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de ellos de origen ruso o de Europa Oriental, recorrieron ayer el centro de Jerusalén en un emotivo desfile para recordar el 67 aniversario de la victoria aliada sobre los nazis.

Los veteranos, ya ancianos, marcharon a lo largo de la calle Hillel, en el centro de Jerusalén, acompañados de sus familiares y amigos, mientras los viandantes les vitoreaban y entregaban flores en señal de agradecimiento por su contribución al fin del régimen de Adolfo Hitler.

Decenas de ellos vestían sus viejos uniformes y lucían boinas partisanas, portaban banderas de las potencias aliadas o mostraban orgullosos en la pechera las medallas y condecoraciones ganadas en la lucha contra el fascismo.

Algunos compartían el honor del desfile con sus nietos, que marchaban de su mano sonrientes, y más de uno pasaba orgulloso en silla de ruedas o ayudado por un bastón o muletas.

“Luché en Königsberg (hoy Kalingrado, perteneciente a Rusia), con la infantería, en 1945. Fue una gran batalla con tanques y artillería. Mi batallón capturó dos tanques alemanes”, dijo a Efe, orgulloso y risueño Emein Lizema, de origen ruso.

Ataviado con un gorro militar y con una banda al cuello que recogía sobre su pecho las condecoraciones, este hombre de 85 años que emigró a Israel en la década de los noventa se emocionaba con los discursos de agradecimiento y las canciones rusas que honraban a quienes ganaron la guerra con sus propias manos.

En representación del Gobierno hablaron la ministra de Inmigración, Sofa Lanberg, y el viceprimer ministro, Silvan Shalom, que expresaron su admiración, respeto y gratitud en hebreo y ruso a los veteranos.

Pero el protagonismo de la jornada no fue hoy de los políticos sino de los octogenarios y nonagenarios, que desfilaban recibiendo sonrientes los aplausos del público.

“Luché dos años y medio, en Alemania, Bielorrusia y Polonia, desde enero de 1943 hasta el Día de la Victoria”, rememora Abraham Botkovich, de 87 años, que décadas después del conflicto aún guarda vivo el recuerdo de los muchos amigos y familiares fallecidos en la contienda.

“Perdimos a muchos camaradas. Mi hermano murió. Los alemanes mataron a 32 de mis familiares en mi pueblo”, explica este anciano que vive en Israel desde que se unió en 1991 a la oleada de judíos rusos que emigraron allí tras la desaparición de la Unión Soviética. Botkovich tampoco olvida a los republicanos españoles.

“En 1937 -manifestó- conocimos a muchos de los niños españoles que viajaron a Rusia, estudiamos en el colegio con ellos. Conocíamos muy de cerca la guerra española, a sus líderes, a Dolores Ibárrubi”, “Pasionaria”, la histórica dirigente del Partido Comunista de España.

“Después de la guerra trabajé en una fábrica con un hombre que luchó en la guerra civil española y después escapó a Rusia”, cuenta Botkovich, mientras su compañero recuerda aquel tiempo y exclama “No pasarán”, el viejo lema de los antifascistas españoles.

Este veterano destaca que, “afortunadamente, la España de hoy no es la misma España que la de Franco. Ahora hay democracia.