REGINA KALACH

17 de mayo 2012- Lo más relevante en la vida de un escritor, no importa de qué tiempo, de qué talla, de qué estilo es la huella que deja en sus lectores. Yo era muy joven y quería ser escritora. Un día me encerré a leer Aura de Fuentes. Cuando salí de mi cuarto, me encontraba transfigurada. Le dije a mi madre: Recuérdame que no vuelva a escribir una sola línea, ya lo escribió todo Carlos Fuentes. La prosa del autor me golpeó de una manera contundente. ¿Acaso era posible escribir así? Qué atrevimiento, qué maravilla. Con el tiempo sí me convertí en escritora, soy poeta y lo asumo.

La memoria de esa tarde la tengo bien presente. Ha crecido dentro de mí. Así es la literatura de los grandes. Después vinieron otras lecturas de Fuentes, tan o más disfrutables que Aura. No soy experta en su obra, desde luego, me falta. He sido, sin embargo, como tantos, su atenta lectora. Su voz en cuanto a lo que pensaba sobre nuestro país será siempre inconfundible: un referente necesario para muchos de nosotros.

Como siempre que muere algún ser querido, pienso que ningún homenaje le hará justicia. Su presencia, imprescindible, se quedará con nosotros a través de su obra.

Que en paz descanse Carlos Fuentes.