CON INFORMACIÓN DE ELPERIODICO.COM

El sur de Tel-Aviv, donde se concentran centenares de africanos demandantes de asilo o inmigrantes, fue escenario de graves ataques la noche del miércoles. Unas mil personas salieron a la calle, en el barrio de Hatikva, para pedir la expulsión de los africanos. “El pueblo quiere que deporten a los sudaneses”, “que los infiltrados se vayan de nuestra casa”, “esto no es África”, gritaban los manifestantes. Incluso obligaron a bajar a los pasajeros de un taxi compartido para comprobar si había africanos entre ellos. Una persona resultó herida y 17 fueron arrestadas.

En la protesta participaron miembros del Likud, el partido del primer ministro israelí, Binyiamin Netanyahu. “Los sudaneses son un cáncer en nuestro cuerpo”, afirmó Miri Regev, diputado del Parlamento israelí por el Likud.

Tel-Aviv es la ciudad israelí donde hay más africanos, la mayoría sudaneses y eritreos. Algunos llevan meses durmiendo en el parque. Los vecinos de los barrios donde se concentran aseguran que la delincuencia se ha disparado por culpa de los inmigrantes, según una señora. Los africanos insisten que solo quieren “trabajar y vivir en paz” y no temen los ataques racistas porque “los exaltados son una minoría”, indica Yusuf, de Darfur. Lo que les da miedo es que los expulsen.

Esta semana, el ministro del Interior israelí, Eli Yishai, ha instado a echar a los solicitantes de asilo y Netanyahu subrayó ayer que “pronto solucionaremos el problema”. El fiscal general Yehuda Weinstein argumentará en el Tribunal de Distrito de Jerusalén que no hay obstáculo legal para expulsar a los sudaneses, ya que “no corren peligro de muerte” en su país.