PETER KATZ PARA ENLACE JUDÍO

Mi mamá nunca salió de Viena, ciudad en la que había nacido, hija de vienesa, mi abuela, que también nació en la misma ciudad. No salio de ahí, simplemente porque para ella era impensable salir sin tener los papeles de viaje necesarios, es decir la “Ausreise Bewilligung”, expedido por la “Devisen Schutz”, la Secretaria de Hacienda Alemana, necesario para viajar al extranjero. Ella tenía una mentalidad formada en las escuelas que frecuentó. Escuelas para mujeres, en el Imperio Austro – Húngaro, en las que se enseñaba a las alumnas sus deberes cívicos. El respeto al Emperador, la Monarchie. Este era su mundo.

A finales de 1942, quedaban pocos judíos en Viena. Durante todo este año fueron deportados en forma masiva, de acuerdo a las resoluciones de la Conferencia de Wannsee, en la que se determinó la Solución Final, los pocos que quedaban les llegó ahora su turno.

Fue “convocada” para presentarse en el edificio que era una escuela judía, en la Sperlgasse, en la Leopoldstadt, el antiguo barrio judío a orillas del Danubio.

“Los convocados” llegaban generalmente en tranvía llevando un pequeño veliz con peso máximo de 20kg. Por la época, venían vestidos con un grueso abrigo y una gorra de lana. Hacía frió y sabían que en el “Este” habrá más frió. Les habían dicho que el viaje obedecía al “Unschlag Nach Osten”.

Mi mama vivía en un pequeño cuarto en la Linke Wienzeile, frente al “Naschmark”, desde donde se podían ver los magníficos edificios en “Jugendtstil” del Arquitecto Wagner.

Tuvo que dejar el espacioso apartamento en el que vivía, en el que yo nací, en la Dominikanaerbastei en 1941. Ya no podían vivir judíos allí.

Las caras de los que llegaban no tenían ninguna expresión. Sabían que era la última vez que veían su ciudad natal. Estaban concientes que en Viena quedaban pocos, todos con la estrella de David amarilla cocida en sus abrigos y que a todos les iba a tocar el mismo destino. “Nach Osten” hacia el Este.

Sabían que eran los últimos de una comunidad de 200 mil, lo que no sabían era que esta situación de deportaciones masivas era el resultado de los acuerdos tomados en la Conferencia de Wannsee en enero de 1942, donde se dijo que el exterminio iba demasiado lento.

Viena tenia que ser “Judenrein” para fines de este año, así lo había prometido el Gauleiter Baldur Von Shirach, el Gauleiter de la Ostmark.

Para lograr acortar el tiempo que tomaba hacer Viena, “Judenrein”, salían tres “Transportes” diarios a Lublin, para evacuar a los judíos.

Lublin era la capital de los “territorios limpiados” para ser ocupados por una parte escogida de la población alemana que iba a residir en esta nueva adición al “Reich Milenario” el “Lebensraum”, prometido por Hitler.

El transporte de mi madre llego a Lublin de noche. La estación estaba bien iluminada, los perros Pastor Alemán ladraban, se prendieron más luces, para que los alemanes pudieran hacer la “Selektión”, la separación de quién iba a donde. Solamente mujeres jóvenes fueron seleccionadas para trabajar en el “Arbeitslger”. Mi mama nació en 1902, tenía cuarenta años de edad en 1942.

Fue seleccionada con otras mujeres en buenas condiciones físicas, para ser enviada en camiones del ejército a un “Arbeitslger” en Opole Kreis Pulawi.

Era un campo de trabajo. Las condiciones del campo eran horrendas, pero no era un campo de exterminio. Era un campo “de paso”, el paso entre la vida y la muerte, entre la tierra y el cielo. La calle principal del campo se llamaba apropiadamente Himmelfahrtsstase, el camino al cielo.

En ese campo había grandes bodegas; en barracas de madera estaban las mesas de trabajo en las que ensamblaban binoculares con lentes ópticos para el ejército. Los elementos ópticos venían de Wetzlar en Alemania.
Globocnik SS Obersturmfuehrer, era el comandante en jefe de la “Operation Reinhard” para limpiar lo que seria el “General Gouvernament”.

Se sabe que entre abril de 1942 y octubre de 1943, doscientos cincuenta mil judíos fueron exterminados en esta zona. Cerca del campo en el que estaba mi madre estaban Belzec, Sobibor, Maydanek y Travniki, campos de exterminio construidos con tecnología de punta, que luego fueron dinamitados por los alemanes antes de la llegada del Ejercito Rojo, con tal precisión que no quedó nada de estas instalaciones. Ni siquiera cenizas. Los terrenos fueron nivelados por aplanadoras.
A iniciativa del gobierno polaco, se están haciendo excavaciones arqueológicas en estos terrenos, para averiguar si hay algo más que osamenta en estos terrenos. Son los restos de 250 mil seres humanos.
Mi madre probablemente murió durante una epidemia de tifoidea que periódicamente afectaban a los varios campos del General Gouverment, en la primavera de 1943.

La idea de “limpiar” para luego anexar estos territorios, fue expuesta por Hitler desde 1938. Los alemanes necesitaban “Lebensraum”. Espacio vital.

También dijo el Fuehrer: “Si los judíos del mundo “Das Weltjudentum” logran otra vez envolver a Alemania en una guerra mundial, el resultado no será la victoria para los judíos, si no su exterminio. “Ihre Totale Ausrottung”

Mi Mamá nunca pensó en eso. Era impensable.