MARCELO RITTNER PARA ENLACE JUDÍO

El midrash nos enseña que todo en la creación tiene un propósito. Esta semana mientras esperaba ser recibido por la fisioterapeuta, pasaron por mis manos dos revistas, una “People” y la otra “Hola”. Después de hojearlas me pregunté a mi mismo, si acaso no acababa de descubrir la primera creación realmente sin sentido.

Como saben, ambas son una lectura profunda, artículos culturales, fotos muy artísticas, chismes sobre los ricos, los famosos. Quiero que sepan que cuando las regresé a su lugar, me sentía otro. Estaba ahora muchísimo más informado, culturalmente actualizado y naturalmente podría participar en cualquier conversación de nivel… superficial.

Ahora puedo vivir como un ser social. Les puedo explicar sobre las dietas de Ophra, o el drama de Mel Gibson, que debió pagarle la mitad de su fortuna a su esposa, de paso los abogados de ella eran Cohen y Levy. O sobre Madonna, la cabalista, que fue con su novio Jesús a recibir la bendición de un conocido rabino ortodoxo de Los Ángeles.

¿Alguien realmente necesita esto? La gente no es un fenómeno aislado. En la actualidad existe toda una industria alrededor del chisme, el culto a las celebridades y a resaltar la belleza física.

Después de haber leído las revistas, les confieso que mi cinismo inicial fue prematuro. Resulta que la gente sí tiene un propósito bajo el cielo – un propósito moral verdaderamente digno. Porque a medida que contamos la historia de los ricos, de los galanes y las bellas famosas… al mismo tiempo descubrimos la forma en que viven vidas miserables. Matrimonios rotos, violencias emocionales, drogadicción, alcoholismo, despilfarro de fortunas, personas perdidas en el narcisismo excesivo que practican la autodestrucción del cuerpo y son también anoréxicos espirituales.

Y no lo digo porque no encontré mi nombre o foto entre los “Más 50 más más”, por lo menos en la edición de mayo.

Qué paradoja verdad. Por un lado tienen todo, la riqueza, la fama, el magnetismo sexual, las casas más lujosas y los coches más caros, tienen los cuerpos esbeltos que muchos sueñan tener. Y por otro son vidas tan vacías, tan sin sentido, tan solitarias.

Hoy quiero agradecer a los editores de People o de Hola, porque me permitieron recordar un profundo y valioso principio judío: “Im ain Torá, ain kemaj, sin Torá, no hay sustento”.

Esta es la lección moral de dichas publicaciones. Todo lo que nuestra cultura idolatra como objetivos e ideales supremos de la existencia sin sentido, nos conduce a una vida sin trascendencia, sin visión moral, sin espiritualidad, sin sabiduría y sin valores, a una vida de “Kemaj, pero sin Torá”.

Este Shabat leemos la parashá más larga de la Torá, lo que me obliga al sermón más largo. Uno de los temas que leemos nos ofrece una visión alternativa en la forma de una poderosa imagen de la vida y su significado. Nos enseña que en el Monte Sinaí los israelitas construyeron un santuario, el Mishkán, una morada para la Presencia de Dios, una conexión entre el cielo y la tierra.

Ahora cuando se preparaban para continuar su viaje hacia la Tierra Prometida, se dan las instrucciones para el desmontaje y transporte del Mishkán. Cada familia de los levitas tiene la responsabilidad de cargar una de las partes. Los objetos en sí mismos eran simples, una barra, una sección de las cortinas, etc. ¡Imaginen la satisfacción que sentían en “shlepn” una carga en el calor del desierto, día tras día, kilómetro tras kilómetro!

Sólo cuando se detenían y las piezas eran reunidas para montar ese Mishkán, solo en ese momento y de forma repentina cada uno podía reconocer el significado de su carga.

Sólo entonces cada uno pudo ver y entender el propósito fundamental de que, con su esfuerzo ayudó para crear un lugar para Dios en la tierra.

Amigos, las cargas que llevamos día a día tienen poco en común con las vidas de los “ricachones y famosos”. Luchando para criar niños sanos, trabajar para mantener una familia, compartir las alegrías y temores de la vida con los amigos, ser parte de una comunidad, ser y tener amigos, ser fieles a nuestros principios, tradiciones y valores, todo esto y más seguramente no son las cosas que aparecen en alguna portada de estas publicaciones.

Pero de hecho, les digo, que la celebración de la vida está en avanzar por el camino paso a paso día a día, con nuestras cargas. Eso es lo que nos transforma en héroes, eso es lo que nos permite descubrir la verdadera belleza, nos da un nombre y un propósito.

Y cuando hacemos la pausa en el viaje, como en este momento, y reunimos las cargas para crear este maravilloso Mishkán, es cuando descubrimos que tenemos la oportunidad de descubrir que el propósito de nuestras propias luchas es poder construir un lugar para Dios en este mundo y dar un sentido y valor a nuestras propias vidas.

Shabat Shalom.