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Un potente coche bomba explotó el lunes fuera de una oficina chiíta en el centro de Bagdad, provocando la muerte de al menos 26 personas e hiriendo a más de 190 en un ataque que llevaba el sello de la rama de Al Qaeda en Irak.

El ataque contra una oficina religiosa vinculada a los chiítas se da en un momento sensible, marcado por la crisis que atraviesan los bloques políticos chiítas, sunitas y kurdos, la cual amenaza con afectar su delicado acuerdo de poder y provocar una vuelta a la tensión sectaria.

La explosión del lunes, que tuvo como objetivo la Oficina de Donaciones Chiíta -un organismo estatal que administra los sitios religiosos y culturales chiítas-, dejó muertos y heridos repartidos por calles cercanas y dañó seriamente la sede del lugar, dijeron la policía y testigos.

“Fue una explosión fuerte, el polvo y el humo cubrían el área. Al principio no podía ver nada, pero luego escuché a mujeres y niños gritando”, dijo el policía Ahmed Hassan, quien estaba en una comisaría cercana cuando ocurrió la explosión.

La violencia en Irak ha disminuido, pero los insurgentes sunitas vinculados con Al Qaeda aún tienen poder. A menudo atacan objetivos chiítas para intentar avivar las tensiones sectarias que empujaron al país al borde de la guerra civil en el 2006-2007.

Funcionarios de seguridad dijeron que la evidencia inicial apuntaba a un ataque suicida con un auto. También señalaron que el ataque parecía provenir del Estado Islámico de Irak, la rama local de Al Qaeda, que suele utilizar atacantes suicidas.

La Oficina de Donaciones chiíta se ha visto envuelta recientemente en una disputa con la rival Oficina de Donaciones sunita por el control de un santuario chiíta clave en el bastión sunita de Samarra.

Un ataque contra la mezquita Al Askari en Samarra durante el 2006 desató una ola de violencia sectaria que acabó con la vida de decenas de miles de personas en los dos años siguientes.

La semana pasada, un camión bomba en un mercado, un coche bomba y varias explosiones al costado de caminos dejaron al menos 17 muertos e interrumpieron semanas de relativa calma en Bagdad, donde los ataques diarios se cobraron cientos de víctimas en el momento más intenso de la guerra.

A mediados de abril, más de 20 bombas afectaron ciudades y pueblos en todo el país, provocando la muerte de al menos 36 personas. El Estado Islámico de Irak se adjudicó la responsabilidad por esos ataques.