WILLY DE WINTER / HOMO RIDENS

Lo había visto en varios torneos. Tenía aspecto oriental. Jugaba bien al ajedrez, así, a secas, bien.

Hace unas semanas logré sostener una conversación con él. Se llamaba: Al Sharif y era originario del El Cario. Un día me invitó a su pequeño departamento en la zona de Peralvillo. Me dijo que era embalsamador. Despertó mi curiosidad porque es un quehacer no tan usual pero siendo egipcio, tal vez procede de una familia que desde los faraones se había dedicado a tales entrenamientos. No sé. Me dijo que embalsamaba personas fallecidas, animales y también piezas de ajedrez.

Pero ¡qué curioso! ¿Piezas de ajedrez? Me dejaba con varias dudas, pero el hombre trató con toda amabilidad de explicarme la razón de su actividad curiosa.

Dijo: A veces ocurre que un campeón mundial ha producido una partida tan bella, tan inolvidable que los trebejos se guardan en el local donde se había llevado a cabo su proeza. Como por ejemplo en el caso de Bobby Fischer, cuyas reliquias se conservan en el Club de Ajedrez de Buenos Aires.

-Lo que yo hago es embellecer las piezas y guardarlas así para la posteridad. Las piezas blancas, las envuelvo en una delgada capa de material criselefantina que es una mezcla de oro y de marfil. El resultado es resplandeciente bello. Y para las negras estoy utilizando el “Superblack”.

El Superblack es el material más oscuro en la Tierra. Sus ojos comenzaban a brillar, casi con el negro del “Superblack”.

Es un recubrimiento a base de níquel y fósforo, inventado en la Gran Bretaña y que puede revolucionar los instrumentos ópticos, ya que refleja 10 a 20 veces menos luz que la pintura usualmente utilizaba para reducir reflejos indeseables. Este redescubrimiento permite optimizar la absorción calórica en sistemas de captación de energía solar, entre otras cosas. El efecto del criselefantino y del Superblack es algo jamás visto.

De repente, ya no lo vi en los torneos. Hablé a la Embajada de Egipto y lo que temí había acontecido: efectivamente había muerto. Estaba enterrado en el Cementerio para Orientales, cerca del Panteón Chino, por el Periférico. Estaba en la fosa A-215.

Me llevé a un médico forense y en compañía con el administrador del cementerio exhumamos el cadáver. Estaba embalsamado en blanco y negro. Aparentemente él mismo había sido el autor de toda la operación. En su ataúd se encontraban varios juegos de ajedrez, lujosamente adornados a su propio modo. Cada juego llevaba una etiqueta con su precio en dólares. No sé que negocio hubiera querido hacer con ellas, pero los precios eran estratosféricos. No sé si sabía que el Superblack era una sustancia sumamente tóxica. Nunca lo sabré.